Es un estado que se define para los que sufrimos de trastorno bipolar, donde se tiene un control de los sentimientos y se tiene una estabilidad aunque no estemos curados, se puede decir que en este estado los que sufrimos esta dolencia mental actuamos y somos como cualquier persona, aunque es posible que sintamos algunos desbalances, estos apenas serán apreciables por nosotros y de pronto por alguien muy allegado, es cuando estamos en EUTIMIA que para mi es estar estable, cuando reflexionamos de forma correcta sobre nosotros, cuando podemos desarrollar bien nuestras potencialidades y cuando realmente podemos actuar objetivamente sin las influencias de nuestros estados alterados que nos hacen demasiado optimistas o demasiado pesimistas.
Lo anterior lo digo como prólogo a una entrada que encontré en el blog de un escritor y ensayista español: Rafael Narbona con quien me siento identificado en la mayoría de sus apreciaciones incluyendo en las que tienen que ver con el trastorno bipolar, donde gracias a su buen estilo detalla de una forma casi poética lo que se siente estar afectado por el trastorno bipolar en sus diversos estados.
A continuación me permití copiar y pegar en su totalidad la entrada Eutimia la cual esta en su blog http://rafaelnarbona.es.
“Las personas que no conocen el dolor son como iglesias sin bendecir” (Luis Rosales, La casa encendida)
Son las doce de la mañana. Estoy solo frente a un paisaje desnudo, que enlaza campos de trigo y cebada. Es el paisaje que contemplo a diario. Salvo las retamas y una hilera de árboles que bordean un riachuelo, no hay nada. Sólo tierra y cielo. Hace un hermoso día de otoño, con una luz que prefigura una posible eternidad. Un pájaro se ha posado en la higuera del jardín y canta alegremente. Parece que el mundo está bien hecho, que ser hombre no es una fatalidad, sino un privilegio. Por primera vez pienso que la conciencia es una carga ligera. No es un fuego que nos lacera, sino una lumbre que nos permite contemplar las cosas y sentir su misterioso latido. Las crisis depresivas y los brotes de manía parecen tempestades remotas, vendavales que se perdieron en un lejano horizonte. Miro mis manos y noto su calma. Son como dos niñas que juegan bajo el sol, con el corazón alborozado porque el aire se enreda en su pelo. La muerte se ha escondido en un pozo y se ahoga como un verso que no encaja en un poema. No sé si vivo un paréntesis o un sueño, que la realidad disipará con un manotazo airado, pero agradezco esta tregua que me ha permitido descubrir el prodigio de una mañana y acallar los aullidos que me invitaban a liberar la sangre de mis venas.
Antes pensaba que vivir era adentrarse en un río y hundirse en su penumbra con unas piedras en el bolsillo, experimentando la perfección de no ser. La muerte me parecía un templo que aguarda nuestra ofrenda, prometiéndonos una paz inaudita. Deseaba traspasar su umbral y escuchar ese silencio que cae lentamente, como la nieve sobre el mar. Ahora no entiendo ese anhelo, pues observo mi carne y advierto su impaciencia por caminar hacia dentro, buscando la felicidad en el mismo lugar donde se malogró un día. Pienso en mi frente apoyada en el cristal de mi cuarto, intentando comprender lo que había al otro lado. De niño, el estrépito del exterior me aterraba. Cada vez que el autobús doblada la esquina y bajaba la calle, sentía que mi pecho se convertía en un grito. Era como andar descalzo entre cristales. Tal vez ahí empezó mi viaje hacia la locura. Tal vez ese viaje no finalizará hasta que pueda mirar por una ventana y amar el ruido que delata el existir de los otros. El miedo no fue lo primero y no puede ser lo último. Mi niñez no empezó con ese temor, sino con la dicha de ser una presencia entre dos seres que se amaban. Aún recuerdo a mis padres encaramándome sobre un mirador para que observara la Casa de Campo, con sus árboles respirando como un gigante dormido. No recuerdo la primera vez que contemplé el mar, pero no he olvidado la sensación de que ardía como unos ojos recién nacidos, deslumbrados por lo que aún no comprenden. El sonido de las olas me hizo pensar en un abejorro que se demora en una flor, despreocupado y tranquilo. Aún no sabía qué era lo efímero, pero ahora entiendo que la importancia de las cosas no se mide por su duración.
Eutimia. Parece el nombre de una planta, pero es el nombre de un estado de ánimo. En el caso del trastorno bipolar, designa el equilibrio, la remisión de los síntomas, los períodos de calma y estabilidad. No es el feliz desenlace de una enfermedad que puede hibernar durante largos períodos y despertar abruptamente, pero sí constituye un tiempo de bienestar y sosiego. Algunos elogian mi valentía por sincerarme y no ocultar mi condición de bipolar. Me parece excesivo hablar de valentía. Simplemente, creo que disfruto de un entorno favorable, que no me cuestiona ni censura. Es cierto que si continuara en las aulas, todo sería más difícil. Los prejuicios y la intolerancia de padres y profesores no me permitirían escribir abiertamente, relatando mis vivencias. La sociedad no es compasiva, sino mediocre, servil y vengativa. Ser un profesor jubilado –tal vez sería más exacto decir “escupido por el sistema”- me ha proporcionado una insólita libertad y no encuentro ningún motivo para no hablar sobre una patología que marca el ritmo de mi existencia.
Ignoro cuánto tiempo se prolongará la eutimia, pero cada día encaro el futuro con más optimismo. La bipolaridad sigue ahí. Es 6 de noviembre y hace calor. Hace dos días, el frío barría la estepa castellana y la oscuridad prevalecía sobre la claridad. A pesar de mi mejoría, los cambios atmosféricos siguen influyendo poderosamente en mi estado de ánimo. De hecho, escribo estas líneas ligeramente deprimido. Me agrada la luz. Considero que es una buena razón para vivir, pero cuando aparece súbitamente algo se desordena en mi interior. ¿Se producirán nuevas recaídas? ¿Volveré a sentir un dolor sin fondo y el deseo de desaparecer por una grieta? ¿Regresará la manía, con sus muecas horripilantes y su verborrea incontenible? Ya he cumplid 50 años y noto que mis humores se han aquietado. La melancolía sigue cosida a mi piel, pero la desesperación ya no se bebe mi alma. El suicidio ya no invoca mi nombre y mis huesos ya no temen despertar cada mañana.
Son las cinco de la tarde y el sol ha descendido. Las sombras comienzan a inclinarse en la pared. El cielo ha empalidecido, pero mi memoria ya no jadea como un moribundo, que agoniza entre sombras y alucinaciones. Pienso que he vuelto hacia mí mismo, hacia ese cristal de mi infancia donde apoyaba la frente. Sigo escuchando al autobús que dobla la esquina, pero el sonido del mundo ya no me hiere como una cuchilla. Mis manos me han salvado. Su impulso de escribir me ha rescatado del luto y el llanto. Seguiré tropezando, pero ya no caminaré por el vientre de la muerte, soñando que mi carne se enfría. Ya no escribiré breves notas de despedida ni levantaré los remos, deseando que los arrecifes me lleven a pique. Confiaré en la corriente y no lamentaré haberme alejado de la orilla. Ya no deseo desnacer, sino conocer mi vejez en el espejo y sentir que he sido humanamente, que mi existir no ha sido en vano, pues he besado los labios de la esperanza y mis labios se han regocijado, con la alegría de un jardín que reverdece después de un largo ocaso.
Escrito por Rafael Narbona 6 de Noviembre de 2013.
Lo anterior lo digo como prólogo a una entrada que encontré en el blog de un escritor y ensayista español: Rafael Narbona con quien me siento identificado en la mayoría de sus apreciaciones incluyendo en las que tienen que ver con el trastorno bipolar, donde gracias a su buen estilo detalla de una forma casi poética lo que se siente estar afectado por el trastorno bipolar en sus diversos estados.
A continuación me permití copiar y pegar en su totalidad la entrada Eutimia la cual esta en su blog http://rafaelnarbona.es.
“Las personas que no conocen el dolor son como iglesias sin bendecir” (Luis Rosales, La casa encendida)
Son las doce de la mañana. Estoy solo frente a un paisaje desnudo, que enlaza campos de trigo y cebada. Es el paisaje que contemplo a diario. Salvo las retamas y una hilera de árboles que bordean un riachuelo, no hay nada. Sólo tierra y cielo. Hace un hermoso día de otoño, con una luz que prefigura una posible eternidad. Un pájaro se ha posado en la higuera del jardín y canta alegremente. Parece que el mundo está bien hecho, que ser hombre no es una fatalidad, sino un privilegio. Por primera vez pienso que la conciencia es una carga ligera. No es un fuego que nos lacera, sino una lumbre que nos permite contemplar las cosas y sentir su misterioso latido. Las crisis depresivas y los brotes de manía parecen tempestades remotas, vendavales que se perdieron en un lejano horizonte. Miro mis manos y noto su calma. Son como dos niñas que juegan bajo el sol, con el corazón alborozado porque el aire se enreda en su pelo. La muerte se ha escondido en un pozo y se ahoga como un verso que no encaja en un poema. No sé si vivo un paréntesis o un sueño, que la realidad disipará con un manotazo airado, pero agradezco esta tregua que me ha permitido descubrir el prodigio de una mañana y acallar los aullidos que me invitaban a liberar la sangre de mis venas.
Antes pensaba que vivir era adentrarse en un río y hundirse en su penumbra con unas piedras en el bolsillo, experimentando la perfección de no ser. La muerte me parecía un templo que aguarda nuestra ofrenda, prometiéndonos una paz inaudita. Deseaba traspasar su umbral y escuchar ese silencio que cae lentamente, como la nieve sobre el mar. Ahora no entiendo ese anhelo, pues observo mi carne y advierto su impaciencia por caminar hacia dentro, buscando la felicidad en el mismo lugar donde se malogró un día. Pienso en mi frente apoyada en el cristal de mi cuarto, intentando comprender lo que había al otro lado. De niño, el estrépito del exterior me aterraba. Cada vez que el autobús doblada la esquina y bajaba la calle, sentía que mi pecho se convertía en un grito. Era como andar descalzo entre cristales. Tal vez ahí empezó mi viaje hacia la locura. Tal vez ese viaje no finalizará hasta que pueda mirar por una ventana y amar el ruido que delata el existir de los otros. El miedo no fue lo primero y no puede ser lo último. Mi niñez no empezó con ese temor, sino con la dicha de ser una presencia entre dos seres que se amaban. Aún recuerdo a mis padres encaramándome sobre un mirador para que observara la Casa de Campo, con sus árboles respirando como un gigante dormido. No recuerdo la primera vez que contemplé el mar, pero no he olvidado la sensación de que ardía como unos ojos recién nacidos, deslumbrados por lo que aún no comprenden. El sonido de las olas me hizo pensar en un abejorro que se demora en una flor, despreocupado y tranquilo. Aún no sabía qué era lo efímero, pero ahora entiendo que la importancia de las cosas no se mide por su duración.
Eutimia. Parece el nombre de una planta, pero es el nombre de un estado de ánimo. En el caso del trastorno bipolar, designa el equilibrio, la remisión de los síntomas, los períodos de calma y estabilidad. No es el feliz desenlace de una enfermedad que puede hibernar durante largos períodos y despertar abruptamente, pero sí constituye un tiempo de bienestar y sosiego. Algunos elogian mi valentía por sincerarme y no ocultar mi condición de bipolar. Me parece excesivo hablar de valentía. Simplemente, creo que disfruto de un entorno favorable, que no me cuestiona ni censura. Es cierto que si continuara en las aulas, todo sería más difícil. Los prejuicios y la intolerancia de padres y profesores no me permitirían escribir abiertamente, relatando mis vivencias. La sociedad no es compasiva, sino mediocre, servil y vengativa. Ser un profesor jubilado –tal vez sería más exacto decir “escupido por el sistema”- me ha proporcionado una insólita libertad y no encuentro ningún motivo para no hablar sobre una patología que marca el ritmo de mi existencia.
Ignoro cuánto tiempo se prolongará la eutimia, pero cada día encaro el futuro con más optimismo. La bipolaridad sigue ahí. Es 6 de noviembre y hace calor. Hace dos días, el frío barría la estepa castellana y la oscuridad prevalecía sobre la claridad. A pesar de mi mejoría, los cambios atmosféricos siguen influyendo poderosamente en mi estado de ánimo. De hecho, escribo estas líneas ligeramente deprimido. Me agrada la luz. Considero que es una buena razón para vivir, pero cuando aparece súbitamente algo se desordena en mi interior. ¿Se producirán nuevas recaídas? ¿Volveré a sentir un dolor sin fondo y el deseo de desaparecer por una grieta? ¿Regresará la manía, con sus muecas horripilantes y su verborrea incontenible? Ya he cumplid 50 años y noto que mis humores se han aquietado. La melancolía sigue cosida a mi piel, pero la desesperación ya no se bebe mi alma. El suicidio ya no invoca mi nombre y mis huesos ya no temen despertar cada mañana.
Son las cinco de la tarde y el sol ha descendido. Las sombras comienzan a inclinarse en la pared. El cielo ha empalidecido, pero mi memoria ya no jadea como un moribundo, que agoniza entre sombras y alucinaciones. Pienso que he vuelto hacia mí mismo, hacia ese cristal de mi infancia donde apoyaba la frente. Sigo escuchando al autobús que dobla la esquina, pero el sonido del mundo ya no me hiere como una cuchilla. Mis manos me han salvado. Su impulso de escribir me ha rescatado del luto y el llanto. Seguiré tropezando, pero ya no caminaré por el vientre de la muerte, soñando que mi carne se enfría. Ya no escribiré breves notas de despedida ni levantaré los remos, deseando que los arrecifes me lleven a pique. Confiaré en la corriente y no lamentaré haberme alejado de la orilla. Ya no deseo desnacer, sino conocer mi vejez en el espejo y sentir que he sido humanamente, que mi existir no ha sido en vano, pues he besado los labios de la esperanza y mis labios se han regocijado, con la alegría de un jardín que reverdece después de un largo ocaso.
Escrito por Rafael Narbona 6 de Noviembre de 2013.
Que palabras... gracias por compartirlas y saber el comportamiento de las personas que tienen tab. La sociedad juzga absolutamente todo y en muchas ocasiones no comprenden ni toleran las personas x x o y situacion ahora menos con alguien que tenga TAB. Saludos.
ResponderBorrarEstoy fascinada con la forma que el explica la sintomatología del trastorno
ResponderBorrarY me infunde esperanza y deseos de vivir ya que al igual que el autor soy
paciente de tb y muchas veces he sentido un vacío existencial...
Menudo rollo la estabilidad!!! Alguien podría avisar que la vida de los cuerdos era tan gris y tan aburrida! En fin, habrá que aprovechar el nuevo y desconocido estado de la eutimia y confiar en que el litio siga haciendo su trabajo. ;-)
ResponderBorrarInspirador y revelador. Gracias! Yo ahora lo que me pregunto es por la regularidad general de la profunda melancolía y apatía. Soy esto diagnosticada y ya soy resiliente tras el episodio maníaco, uno mixto y dos depresiones, una grave y la otra más leve, sin ideas de suicidio. En la primera depresión no tomé antidepresivos; en la siguiente, sí, elevando los antipsicóticos un poco. Vivo medicada y eutímica, lo último desde hace dos años. Gracias
ResponderBorrarHola a todos: Me llamo Carla. Quisiera preguntarles si antes de enfermar tenían mal genio o eran muy susceptibles y propensos a enojos desproporcionados. Fui diagnosticada hace poco y tras una manía y dos depresiones logré estar eutímica y volver a ser la de siempre. De todos modos sigo teniendo los exabruptos que tuve en general toda mi vida. Siempre creí que solamente tenía "mal carácter", peor que el de la mayoría de la gente q me rodea. Pero ahora me doy cuenta de que el trastorno influye en mi humor ya sea en estado depresivo, maníaco o EUTIMICO (normal). Todo lo que puedan aportar sobre este tema del mal genio me va a ayudar mucho a entender.
ResponderBorrarCarla, sí, yo también tenía "mal genio".
Borrar¡¡¡Me describe...!!!
ResponderBorrarCarla, sí, yo también tenía "mal genio".
ResponderBorrarSaludos, estoy recien diagnosticado con ciclotimia. es muy duro estar consciente de dicha patologia. enfrentarla a diario es una lucha interna q muchas veces cuesta batallarla. entre la euforia y la depresión busco espacios para lograr la eutimia. pero la soledad afecta a encontrarse consigo mismo. el mal genio y los pensamientos irritantes son abasallantes. y deseo evitarlos para mantenerme eutimico y no lo logro a pesar del pensamiento positivo y uso del farmaco. apenas tengo 3 semanas tomandolo.
ResponderBorrargracias
A mi me lo detectaron el trastorno bipolar después de una cuestión sentimental que me daba altas y bajas de animo y que se sumo a psicosis. Yo estaba enamorada y el chico no me correspondió.... me salia totalmente de la realidad.... tenia impresiones equivocadas acerca de las cosas. Me llegaron a internar en 3 ocasiones de las cuales hace ya 1 año y medio que fue mi ultima fecha de interna en un hospital psiquiátrico en el cual siento que hace falta mucha mas calidad de atención para con los pacientes
ResponderBorrarLeyendo sus experiencias,buscando empatia casi como una necesidad en este insomnio de entender lo que me pasa pude desahogarme. Agradezco que vuelquen en este foro sus experiencias. Quiero compartirles la mia
ResponderBorrarHace 3 años que comenzo todo, empece escapando de la realidad despues de que mi hermana falleciera sosteniendole la mano. Tome el camino equivocado,el de evadir con sustancias esporadicamente para escapar de la realidad. Pero cuando caes en psicosis, es triste, no te reconoces, miras a tu alrededor y nadie te comprende. Siempre esta esa mirada que juzga, duele mas cuando es de tu familia. Juras no volver a caer pero despues de la mania esta la depresion ahi esperandote para recordarte las actitudes que pensaste no tener jamas ..y es ahi donde te juzgas vos tambien.
Me diagnosticaron bipolaridad hace 1 semana (me obligan a ir al psiquiatra) el cual no siento que me ayude, porque me medican con Valcote. Se que todo depende de mi pero es dificil salir de depresion, es un pozo en el que no podes salir.
El 3 de septiembre cumplo 26 años. Es mi primer cumpleaños sin mi papa (como si fuera poco,fallecio el año pasado) y la verdad no quiero que llegue la fecha. Me quisiera desaparecer ese dia. Pero prefiero pasarlo en depresion y no maniacamente para despues arrepentirme. Aunque buscare un equilibrio.
❤
Padezco Tab y ahora estoy en la querida Eutimia. A veces tengo altibajos en mi estado de ánimo, los combato haciendo actividades como participar en la parroquia al lado de casa. Soy creyente y la fe me ayuda mucho.También labores domésticas en casa, cocinar, hacer maquetas, caminar en definitiva tener la mente ocupada y sobre todo cansarme durante el día para dormir como un bendito. Eso si, que la medicación que no falte. Un saludo para los que lean estás líneas. Salud...
ResponderBorrarComparto contigo que la fe o creencia en "algo" ayuda infinitamente, y que el medicamento nunca puede faltar.
BorrarWww.simplemente-bp.blogspog.cl
La m
BorrarHola. Leí todos los comentarios y entiendo como se siente cada uno. En junio del año pasado comencé una relación con una chica, que me dijo la primer noche que tenía bipolaridad. Yo estaba enamorado (además de tener una enfermedad crónica también..), así que fui para adelante. En febrero de éste año me empezó a decir que quería estar sóla...encima, mi enfermedad empezó a empeorar. Yo le dije de terminar la relación y no. Comenzaron altos y bajos, hasta que la dejé en junio porque prioricé mi salud. No supo decirme nada...todo bien el fin pero ahora me "detesta"...y no toma ninguna medicación..ojalá se ponga eutímica y podamos hablar bien. Difícil...saludos
ResponderBorrarLa medmedicac para los siquiatras que se la tomen ellos porque con el titiempacabaacdestrozanzotedelalcabeza y masm y e estado muchos años tomando de todt antimaniacos yantidey antidepryantid sobre todo lutio, y te dejan sinsmemoriassin centro de da atención y con muchis Más efeefec secundarios creo que tetacaban haciendo polvo elesistema centracenervioso antes de los fármacos nonhabha nada yyla gentgepasaba lis episodios a peli comi yo he echo casc siempre y ahaho llevo dos años sin tonartlitil ninnada e y estoy mejor que nunca, yypiry ssupuest que sigs teteniendepisodios de hipomania y depresión perpendicular más me es yyconY y mucho ir al ggimnasi yypaseary yy disteayendomedtodo lo qqu puedo voy tirandt me diagnosticaron de bipolar aalosa A 19 año ay tengi casi 55 así que mi consejc es que miemient menos medicamedi tomeis mejor yymasy deportes yysicotera tenéis que ser más fuertes que la maldita enfermedad y ganarle ka partuda piporq sino nonato vida comicya sabéis así que a fuerza y aguantar que no nos maneje sino qqu nisotrnosla manejemos con nuestras armas que so las gaganas vivir
BorrarHola, yo tengo una duda. ¿Cuánto tiempo puede durar una fase de eutimia? ¿Puede durar años? ¿Se puede estar más o menos eutímico tras haber abandonado la medicación?
ResponderBorrarEs que en mi caso, yo estaba diagnosticada con TAB de ciclado rápido. Sin embargo, abandoné la medicación hará unos dos años. He estado asistiendo a terapia psicológica Gestalt y estoy bastante estable. A veces tengo mis dudas, pues tengo períodos de baja energía, otros de energía alta, cambios en mi percepción, pero, vamos, nada tan intenso e invalidante como antes. Últimamente me pregunto si estos pequeños altibajos son sintomatología de mi TAB o si son simplemente baches normales de la terapia.
He de añadir que dejé el medicamento porque sentí que podía sola, que ya no lo necesitaba. No he pensado mucho en mi diagnóstico los últimos dos años, casi tres; he estado luchando muy duro en mi terapia para lograr el bienestar. No sé qué esté sucediendo o qué pueda suceder. Si alguien puede brindarme algún consejo, lo agradeceré mucho.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
BorrarYo digo que nunca dejes de tomar el medicamento porque seguro vas a recaer, tomando la medicina te mantienes en estado normal aunque aun así puedes tener un episodio pero de menor consecuencia por la medicina, además no dejes de asistir a terapia de apoyo.
BorrarHola. También soy Profesora, tengo 51 años y hace una semana fui a la institución educativa con el documento de mi diagnóstico en la mano: voy a pedir el retiro. El estrés de 30 años de ejercicio y una bipolaridad diagnosticada recién hace un año y medio después de muchísimo sufrimiento me dice basta. Estoy preparando mi emigración a Brasil y aunque los miedos acechan , creo que merezco una vida mejor en la madurez. Gracias por tu artículo. Nos identifica a muchos.
ResponderBorrarYo pienso que no hay que dejar la medicaciom para mí ha Sido muy importante estos ultimos 6 años.Es lo que permite que el cerebro esté más equilibrado.Estabilzador del ánimo,antisicotico,y antidepresivo. Prescritos por mi siquiatra.aunque tengo mis bajones no he vuelto a las crisis terribles sin la medicación adecuada.He aprendido a controlarlo poco a poco con la ayuda de terapias y medicamentos.Estoy en un periodo de eutimia.Un saludo.
ResponderBorrarhola, soy bipolar de 57 años, mi primer crisis la tuve en mis años veintes. estoy "eutímica" no dejo de tomar los medicamentos, hace casi dos años tuve un "episodio" aún tomando medicina y me dolió mucho recaer. Me siento más normal de lo común y tengo qué confesar que me aburro...pero es necesario mantenerme así por amor a mi esposo, mis hijos, mi familia y por amor a mi misma. Gracias por este foro donde pude opinar. Animo!!
ResponderBorrar