Loco o bipolar

Diario de una persona que a los 16 de pronto enloqueció, luego a los 40 cree descubrir que es bipolar y en este momento con medio siglo en este mundo, no tiene claro que es lo que tiene.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Una pagina de mi diario III


De nuevo voy a hablar de lo que me esta pasando en estos días, pienso que cada vez estoy mas estable y con menos síntomas de mi problema mental, en este momento llevo medicado por unos dos meses, básicamente con ácido valpróico en su versión Valcote ER (Marca Registrada), el cual parece que ayuda a disminuir mi tendencia a la manía, al quitarme parte de las sensaciones, el efecto producido hace que a veces me siento como se dice plano, sin muchos sentimientos, fuera de sentir estos efectos primarios tangibles, no siento mayores efectos secundarios, pero sé que si los hay: Como afectaciones en órganos, por lo que hay que estar vigilante sobre todo con respecto al funcionamiento hepático, debo por lo tanto hacerme la prueba que me recomendó el psiquiatra.

También me he ayudado con el efecto de las gotas que tomo para regular el sueño, las cuales actúan como hipnótico, ya que me fuerzan a dormir un mínimo de horas, con lo que puedo estar mejor, las gotas que tomo son clasificadas dentro de los llamados antipsicóticos típicos o clásicos, que es un compuesto denominado levomepromazina, cuya patente no esta vigente por lo que lo puede fabricar o vender cualquier laboratorio, sin embargo, es muy conocido por su marca tradicional Sinogan, el cual es de uso relativamente común en mi país Colombia, pero en una dosis muy pequeña que actúa mas como sostenedor del sueño y cuando uno duerme bien hay mucho avance en la recuperación.


Mi diario bipolar


Hoy me levanto con un ánimo diferente me siento algo mas alegre, después de unos días de sentirme deprimido, a la vez que sigo triste por mi parte sentimental, de pronto porque dormí un poco menos anoche lo que hace que amanezca con tendencia al acelere, debo hacer cosas hoy y no las puedo aplazar, ya he aplazado algo el trabajo que tengo que terminar antes de el viernes, ya hoy es miércoles y me falta todavía.

Que decir de mi vida en lo que se dice en el día a día, pues mi situación sentimental esta muy afectada, por la crisis en este aspecto que estoy viviendo en el momento, la cual pienso debo manejarla como lo tiene que hacer cualquiera que no sufra de problemas mentales: Mi situación es difícil, me he sentido muy triste en estos días, a veces me desespero demasiado, he tenido sensaciones de derrota que no son buenas, como también actitudes poco buenas, pero es lo que a la mayoría de personas les pasa cuando afrontan una crisis sentimental.

Mis problemas personales no se solucionan al tener controlado mi trastorno bipolar, solo que los siento y los afronto de acuerdo a la realidad dentro de mi forma de ser, estar en estabilidad de mi problema me permite disfrutar de los buenos ratos sin llegar a presentar esa euforia extrema que molesta a otros y me permite llorar mis momentos tristes, sin que se llegue a configurar un estado de depresión.

Vivir la vida de forma plena, bien sea alegre o triste, pero con sentimientos consistentes de acuerdo con lo que pasa a mi alrededor es lo que siempre deseo dentro de mi forma de afrontar el trastorno bipolar, del cual soy un paciente mas; soy consciente que los medicamentos que he tomado no son para cambiar una tristeza por felicidad, si no para poder sentir la tristeza verdaderamente, sin pensar en morirme por ello, como también para poder sentir felicidad si hay razón para ello.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Como actúan las medicinas para tratar los problemas mentales

En esta entrada pienso exponer como desde un punto de vista crítico y con un lenguaje lo mas sencillo posible, como es que funcionan las medicinas que llamaremos psicofármacos, que son básicamente compuestos químicos que afectan el funcionamiento del cerebro de quienes los toman, no necesariamente se puede considerar que sean malos o totalmente perjudiciales, son como muchas de las invenciones de los hombres: Según el manejo que se les dé, pueden ayudar a las personas, como también perjudicarlas.

Las medicinas psiquiátricas una gran fuente de dinero para las farmacéuticas


Encontré hace poco una entrada en una pagina web de Facebook la siguente entrada: "¿Qué motiva a la sociedad a intentar convertir en trastorno mental...todo comportamiento humano? No se dejen convencer... los verdaderos "enfermos" no son tantos. No todas las personas deben consumir psicotropicos, son muy pocos los que verdaderamente requieren tratamiento médico."

Para empezar entonces, quienes deben consumir psicofármacos, pienso que las personas que tengan realmente un problema mental que digamos sea grave y cuyos síntomas sean tan fuertes que se puede considerar necesario hacerlo, similar a una persona que digamos tuvo un accidente y sufre de fuertes dolores por un trauma, entonces es necesario tomar algo para controlar el fuerte dolor que tenga, pero una vez superada la situación no se requiere tomar algo porque ese dolor ya no existe, lo otro es que si el trauma no es tan fuerte pues se puede recuperar de este sin necesidad de tomar ningún medicamento.

Los problemas mentales que no se deben llamar enfermedades mentales, pues no se ha podido definir una causa efecto claro que pueda definir lo que en medicina se llama enfermedad en el caso de las afecciones de la mente, en muchas y diría yo que en la mayoría de las ocasiones no son situaciones indefinidas, se pueden asemejar al caso anterior a un trauma físico que en este caso sería un trauma mental, por lo que su intervención terapéutica debe ser similar: ayudar a controlar los síntomas del trauma y una vez controlado este pues no se requieren.

Ademas muchos de lo que llamo traumas mentales pueden manejarse sin necesidad de psicofármacos, muchos de esos traumas son situaciones cotidianas de la vida algunas complicadas y otras pueden ser muy graves, pero que se pueden manejar como siempre se ha hecho durante mucho tiempo con otras alternativas, no necesariamente se requieren sustancias que alteren el funcionamiento de la mente que es lo que hacen los psicofármacos.

En un comentario de Facebook a esta entrada se presenta la siguiente analogía que representa una definición de lo que son los psicofármacos: "Las medicinas cumplen varias funciones que podemos resumir en que nos anestesian, nos enyesan, nos frenan, nos inhiben, nos controlan; son como bastones provisionales, que nos soportan, por lo tanto estas funciones que cumplen los tratamientos farmacológicos podemos reemplazarlas en el mediano y largo plazo, no de un solo lapo, por otro tipo de bastones, muletas, anestésicos o frenos y puede ser mediante un proceso de psicoeducación y de autoconocimiento asimilando a las terapias de recuperación que hacen los pacientes cardíacos para no volver a tener nuevas crisis agudas o recaídas con sus respectivas consecuencias, tales como hospitalizaciones, daños, deterioro, pérdidas y secuelas adicionales."

En este momento esta muy de moda y es por decirlo así la versión oficial que impulsa la gran industria farmacéutica, sobre la forma en que funcionan los psicofármacos:

Los psicofármacos son el tratamiento de primera linea para las enfermedades mentales porque corrigen un estado anormal del cerebro, mediante la estabilización de los niveles de las sustancias químicas que regulan su funcionamiento, en forma análoga a como la insulina regula los niveles de glucosa en la sangre.

Una versión alternativa a la primera es la siguiente:

Los psicofármacos inducen un estado anormal o alterado. Las drogas psiquiátricas son sustancias psicoactivas, como el alcohol y la heroína. Las sustancias psicoactivas modifican la forma en que funciona el cerebro y de esta manera producen alteraciones en el pensamiento, el sentimiento y la conducta.

Son dos forma distintas de ver como funcionan estos compuestos que aunque puede parecer a simple vista algo sin mucha importancia, esta si la tiene.

En la primera definición se plantea que los psicofármacos corrigen problemas del cerebro y que por lo tanto controlan la enfermedad mental, simplemente es descubrir la medicina adecuada que controle adecuadamente cada enfermedad, mientras que la segunda definición, en la cual tampoco se habla de enfermedad mental, plantea que realmente los psicofármacos no corrigen los problemas del cerebro, sino que modifican el funcionamiento del cerebro y estas modificaciones en algunos casos ayudan a las personas, ya que inducen estados que pueden ser preferibles a estados alterados fuertes como estados psicóticos o como se dice normalmente a estados de locura, que pueden ser manejados al dar un freno mental como sería dar un fuerte sedante o calmante.

Según la forma moderna de acción de los medicamentos para las enfermedades mentales, los médicos las prescriben a sus pacientes argumentando que curan las patologías que sus usuarios padecen. Dicen que estos productos proporcionan al cerebro sustancias químicas de las que el cerebro carece. lo que se denomina por algunos críticos de este modelo El mito de la cura química porque: Muchos médicos dicen: Toma esta droga, puesto que tienes una depresión que es causada por un desbalance de un neurotransmisor llamado serotonina, los antidepresivos la regulan aliviando por lo tanto la depresión, o cosas así; podemos presuponer que entonces la cura a través fármaco viene al restablecer el nivel de la química cerebral, sin embargo eso no funciona de ese modo. Para explicar cómo funciona, veamos, por ejemplo, el caso del alcohol. Es popularmente conocido que tomar un par de copas puede ayudar a una persona tímida a desinhibirse y poder mantener una conversación. En muchos casos, la persona tímida, puede sentir, tras tomar cierta cantidad de alcohol que es una persona mucho más interesante. Sin embargo, a nadie se le ocurriría argumentar que el alcohol cura la timidez, ¿verdad? El alcohol crea un estado alterado que “tapa” la dificultad, pero que puede generar problemas posteriores graves.

Ademas los medicamentos que se dice son para tratar las enfermedades mentales tienen muchos efectos indeseables donde muchas veces la gente que toma estas medicinas, no se reconoce a sí misma, ya que estas sustancias que mejor se denominan como psicofármacos afectan de muy diversas maneras al sistema nervioso de las personas. En ocasiones, esa afectación es mejor que el trastorno que la persona padece, pero en otras no es tan eficaz. Queremos decir que, el efecto del psicofármaco es la creación de un estado que se solapa con el del paciente, esa es la idea del modelo centrado en el fármaco. La pastilla genera un estado alterado que tiene ventajas pero que también puede tener grandes inconvenientes. La mayoría de los usuarios de estos fármacos no son conscientes de la creación de estos estados alterados. Algunos de ellos son tan tremendos que no justifican su utilización puesto que son peores que el propio trastorno que pretenden tratar.

La forma en que se llegó a definir la versión actual sobre como funcionan los psicofármacos se ilustra en la siguiente explicación de la Dra Moncrieff: "Cuando los medicamentos psiquiátricos modernos se introdujeron en la década de 1950, fueron entendidas de acuerdo con un modelo centrado en las drogas. Los antipsicóticos, por ejemplo, que luego fueron conocidos como "los principales tranquilizantes," eran considerados como un tipo especial de sedante. Se cree que tienen propiedades que les hizo singularmente útiles en situaciones como un episodio psicótico agudo, ya que podrían frenar el pensamiento y amortiguar la emoción, sin dormir, simplemente inducir, pero no fueron considerados como un tratamiento de metas de la enfermedad. Por la década de 1970, sin embargo, este punto de vista fue eclipsado y el modelo centrado en la corrección de la enfermedad por acción del fármaco se convirtió en dominante. De acuerdo con las drogas psiquiátricas eran considerados como los tratamientos específicos que trabajaron por la orientación de una enfermedad subyacente o anormalidad. El cambio se demuestra más claramente en la manera en que las drogas se nombraron y clasificaron. Antes del año 1950 las drogas se clasificaban de acuerdo a la naturaleza de los efectos psicoactivos que producían. Los medicamentos existentes fueron crudamente clasificados de acuerdo con sus efectos como sedantes o estimulantes sobre el sistema nervioso. Después de la década de 1950, sin embargo, las drogas se nombraron y clasificaron según la enfermedad o trastorno que se cree tratan: Antidepresivos, antipsicóticos, ansiolíticos, eutimizantes, etc".

Según lo que se ha expuesto anteriormente para mi modo de ver las cosas decir psicofármacos es mejor decir medicinas para tratar las enfermedades mentales.

Esto no quiere que los psicofármacos como tal sean malos, muchos son útiles y eso no se puede negar, lo que se critica es el mal uso que se les da, muchos psicofármacos pueden convertirse en una falsa ayuda. La persona que, por ejemplo, enfrenta una reunión tomando una pastilla puede llegar a la conclusión de que sólo si consume ese producto puede enfrentar dicha reunión. Muchos estudios muestran que para este tipo de casos una buena psicoterapia puede ser de más ayuda que un tratamiento con psicofármacos.

Como actualización de esta entrada voy a adicionarle dos comentarios que me parecen la enriquecen:


  • En mi caso la medicación no me ha cambiado. Para mi es fundamental apegarse al tratamiento ya que el trastorno bipolar no se trata sólo de episodios a crisis, es una enfermedad en la que se ve una hopofunción en el lóbulo frontal lo cual regula al sistema límbico (emociones), sin tomar medicamentos puedes pasar un tiempo estable pero seguirás teniendo recaídas, así que el trastorno bipolar tiene una base fisiológica y es necesaria la medicación, de lo contrario sería como decirle a un diabético que tome medicamento sólo cuando tenga una crisis grave.
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  • Respondiendole al Anónimo 29 de noviembre de 2016, 13:33

    No estoy de acuerdo cuando dices que la medicación no cambia a las personas, si las cambia, y es muy probable que para unos estos cambios pueden ser preferibles a como se vivía antes sin medicación, en muchos casos podría necesitarse estar apegado a un protocolo de medicación continua, sin embargo, estos protocolos deben buscar un uso adecuado y minimizado en cuanto a intensidad y variedad de compuestos, se debe llegar a un mínimo y también de ser posible pensar en eliminar la medicación. Como tocas el tema de la diabetes: Miremos entonces análogamente la situación: Una persona ya afectada por este problema, si este no es tan crítico, si es del tipo 2, que se adquiere ya de adulto y apenas esta empezando; esta demostrado estadísticamente que sin medicación, pero con un cambio de dieta y con ejercicio adecuado, la persona puede reducir los niveles de azúcar a valores normales. Entonces si una persona que tiene problemas mentales y estos no son tan críticos (aunque se considere bipolar, pero es del tipo II, o es ciclotimico o de otros tipos de problemas dentro de lo que se denomina espectro bipolar) la persona puede estar mejor con otro tipo de intervenciones y es probable que no necesite medicación constantemente, ademas si la persona es de las que esta etiquetada como bipolar pero que realmente no tiene un problema grave y que mas bien es debido a un diagnóstico no tan adecuado porque su problema es mas de adaptación social, la medicación se convierte en un problema mas en vez de una solución, porque la medicación no le va ayudar a adaptarse socialmente mejor y antes le complica la vida porque le cambia la función mental.
    Lo otro que me gustaría saber es lo que hablas respecto a la afirmación que haces cuando dices: "se ve una hopofuncion en el lóbulo frontal lo cual regula al sistema limbico (emociones)" si esto es una teoría científicamente probada o simplemente es una retórica del tipo confunde y reinarás, si puedes dime la fuente de donde sacaste esta definición, puedes tener razón, pero hay que mirar detalladamente lo que uno encuentra y analizarlo de forma crítica, hay mucha investigación sobre los problemas mentales y se han encontrado protocolos que pueden mejorar la vida a algunas personas, pero también, muchos de los nuevos desarrollos (que llaman sin razón de investigación científica) de las grandes farmaceúticas van por otro camino y lo que buscan es aumentar su mercado creando necesidades en las personas, sobre que requieren de medicinas para curar enfermedades mentales que realmente no lo son.




  • lunes, 5 de septiembre de 2016

    Republicando una entrevista a la Dra Joanna Moncrieff

    En esta entrada voy a republicar una entrevista que dió para un medio español, aqui explica su forma de ver la psiquiatria en la actualidad.



    Entrevista a Joanna Moncrieff

    Joanna Moncrieff es una psiquiatra controvertida, hace unos años empezó a mover conciencias con su primer libro llamado “El mito de la cura química”. Durante este tiempo, la Dra. Moncrieff ha investigado con profundidad los estudios que se han realizado sobre los diferentes tipos de psicofármacos y ha puesto en marcha estudios rigurosos acerca de cómo estos medicamentos afectan a los pacientes. Los tratamientos y seguimientos que realiza con pacientes que padecen trastornos psicológicos la ha llevado a exponer sus teorías acerca de cómo la industria farmacéutica ha influido en el pensamiento de los médicos y los pacientes para poder aumentar y garantizar su éxito a la hora de vender sus productos.
    Profesora de Psiquiatría en el University College de Londres, ejerce también la práctica clínica. Es fundadora y presidenta de Critical Psychiatry Network, entidad que agrupa a psiquiatras que se oponen al modelo biologicista tradicional y su enfoque de coacción sobre el paciente. A pesar de que puede parecer una mujer frágil, critica con determinación el uso excesivo de los medicamentos psiquiátricos y denuncia la influencia negativa de la industria farmacéutica sobre los médicos y sus pacientes.
    Ha visitado España con motivo de la presentación de su segundo libro publicado titulado: “Hablando Claro”. En él sigue explicando su visión acerca de los medicamentos psicoactivos y alentando a sus lectores a ejercer una opinión activa y crítica frente a la prescripción masiva de estos tratamientos. Aprovechando su presentación en el Colegio de Médicos de Catalunya, Cuerpomente la ha entrevistado para poder conocer más a fondo su trabajo y sus opiniones. La Dra. Moncrieff es una mujer decidida y su mirada transparente nos indica que es una profesional comprometida con el bienestar de sus pacientes.

    CM: Dra. Moncrieff ¿cómo le vino la idea de escribir este libro?

    JM: Bueno, la verdad es que siempre he sido muy observadora y curiosa, ya cuando estudiaba medicina, durante mi residencia de psiquiatría, me daba cuenta de que algo no cuadraba entre lo que me decían mis profesores y los libros que leía y lo que observaba en los pacientes. La cuestión era que cuando los miraba, solía ver a personas que actuaban como zombies y me preguntaba si realmente eso era lo que pretendíamos ver como la cura de una enfermedad, todo eso me resultaba contradictorio. No veía a la gente curada, la veía aturdida.

    CM: ¿Qué ocurrió entonces?

    JM: Empecé a leer mucho sobre esto. Descubrí muchas cosas que relato en mi libro. Estudié artículos científicos e investigaciones sobre cómo los fármacos afectaban a las personas. Luego empecé a promover algún estudio con el que empecé a emitir mis propias opiniones.

    CM: ¿Cuándo empezó a pensar diferente del resto de sus colegas?

    JM: Ahora que lo pregunta, nunca me había detenido a pensar cómo empecé a prestar atención a esas cosas. Quizá al tener en cuenta el efecto placebo, comparando los resultados con el efecto placebo me sorprendí al ver que los resultados no estaban siendo demasiado significativos. Cuando tomaban los tratamientos veíamos cambios en los pacientes, pero no siempre eran los esperados. Por ello, empezamos a pensar que en realidad el fármaco provoca estados que son diferentes a los trastornos sobre los que actúan. No hacen aquello que se suponía que deben hacer. Según el pensamiento tradicional, el medicamento debía restablecer un equilibrio químico. Sin embargo no tenemos pruebas de que eso ocurra.

    CM: ¿Entonces qué es lo que ocurría?

    JM: Los medicamentos crean un estado diferente al que el paciente tiene. Si hacen eso, no podemos pensar que la persona tiene el trastorno, tiene otra cosa. Algo creado por el fármaco que no es la normalidad. Como consecuencia de esas observaciones cambiamos el foco de atención de la enfermedad a los efectos creados por el medicamento. Al hacer eso, todo cambió y nos dimos cuenta de que esos fármacos podrían ser perjudiciales.

    CM: Los médicos prescriben a sus pacientes estos medicamentos argumentando que curan las patologías que sus usuarios padecen. Dicen que estos productos proporcionan al cerebro sustancias químicas de las que el cerebro carece. ¿El mito de la cura química?

    JM: Si, Hay muchos médicos que dicen eso. Toma esta droga, dicen, puesto que tienes falta de serotonina o cosas así podemos presuponer que entonces la cura a través fármaco viene al restablecer el nivel de la química cerebral, sin embargo eso no funciona de ese modo. Para explicar cómo funciona, veamos, por ejemplo, el caso del alcohol. Es popularmente conocido que tomar un par de copas puede ayudar a una persona tímida a desinhibirse y poder mantener una conversación. En muchos casos, la persona tímida, puede sentir, tras tomar cierta cantidad de alcohol que es una persona mucho más interesante. Sin embargo, a nadie se le ocurriría argumentar que el alcohol cura la timidez, ¿verdad? El alcohol crea un estado alterado que “tapa” la dificultad, pero que puede generar problemas posteriores graves, ¿no cree?
    CM: En ocasiones, la gente que toma estas medicinas, no se reconoce a sí misma ¿Pueden tener estos fármacos efectos indeseables?

    JM: Si, por supuesto. Los psicofármacos afectan de muy diversas maneras al sistema nervioso de las personas. En ocasiones, esa afectación es mejor que el trastorno que la persona padece, pero en otras no es tan eficaz. Queremos decir que, el efecto del psicofármaco es la creación de un estado que se solapa con el del paciente, esa es la idea del modelo centrado en el fármaco. La pastilla genera un estado alterado que tiene ventajas pero que también puede tener grandes inconvenientes. La mayoría de los usuarios de estos fármacos no son conscientes de crean estados alterados. Algunos de ellos son tan tremendos que no justifican su utilización puesto que son peores que el propio trastorno que pretenden tratar.

    CM: ¿Significa eso que los pacientes desconocen el impacto real de esos tratamientos?

    JM: Es conveniente saber que muchos pacientes, cuando dejan de tomar esos productos es cuando se dan cuenta realmente de cuán alterado estaba su estado de conciencia mientras consumían el fármaco, y sienten un tremendo efecto de carencia del producto que se confunde con una recaída. Esta recaída justifica de nuevo el tratamiento con el fármaco. Se convierte en un bucle que puede ser pernicioso. La persona se siente mal, se le prescribe un tratamiento que crea un estado alterado de conciencia pero cuando deja de tomarlo, la persona sufre un efecto rebote, es decir, tiene un empeoramiento en su estado que puede ser causado por la carencia del fármaco. Esta recaída justifica de nuevo la utilización de fármaco, puede que hasta en mayor dosis, creando así la posibilidad de una cronificación.

    CM: ¿Cuál es, entonces, el origen de este enfoque terapéutico?

     JM: La industria farmacéutica tuvo mala prensa cuando la gente empezó a hacerse adicta a algunos medicamentos. Por ello tuvo que pensar en nuevas justificaciones que permitieran a la gente tomar medicación. Creó la gran idea de que tu cerebro carece de ciertas sustancias y que para poder subsanar el problema había que consumirlas. Sin embargo todo eso carece de fundamento, como demuestro en mi libro. No es cierto que, por ejemplo, una persona que está aquejada de depresión carezca de ciertos niveles de serotonina. No se ha demostrado que eso sea así. Lo que se ha demostrado en cierta manera es que tomando un antidepresivo la persona tiene un estado alterado de conciencia que se solapa con su depresión. Ese nuevo estado no podemos llamarlo depresión, pero tampoco es una recuperación completa e ideal. Tomar un antidepresivo no equilibra tus niveles de serotonina, solo enmascara la depresión.

    CM: Entonces ¿No hay que tomarlos?

    JM: No digo eso, en ocasiones el nuevo estado es más interesante que el anterior para el paciente. Por ejemplo, algunos tranquilizantes, pueden ayudarte puntualmente para sobrellevar situaciones. Pueden permitir que la persona enfrente el problema más eficientemente. ¿Por qué no tomarlos, si son útiles? La cuestión es en que el usuario de un producto como ése desconoce toda la información acerca de los efectos secundarios, el efecto rebote, o peor aún no se le ha dicho nada acerca del efecto que causará la retirada del fármaco si la persona se encuentra mejor, que en algunos casos es un puro síndrome de abstinencia.

    CM: ¿Pueden provocar “adicción psicológica”?

    JM: Por supuesto. Ése es uno de sus peores efectos. Las personas que toman medicación, por definición, empiezan a desconfiar de ellos mismos y de su capacidad para enfrentar situaciones sin ella. Algunos psicofármacos pueden convertirse en una falsa ayuda. La persona que, por ejemplo, enfrenta una reunión tomando una pastilla puede llegar a la conclusión de que sólo si consume ese producto puede enfrentar dicha reunión. Muchos estudios muestran que una buena psicoterapia puede ser de más ayuda que un tratamiento con psicofármacos.

    CM: ¿Cómo ven sus colegas sus propuestas? ¿Tienen aceptación?

    JM: Poco a poco voy dando a conocer los resultados de mi trabajo. Hay controversia y las opiniones son diversas. Muchos están en desacuerdo conmigo, pero algunos de mis compañeros psiquiatras se muestran interesados en privado pero suelo ser ignorada. Afortunadamente hoy en día, cada vez hay más profesionales comprometidos con nuestro enfoque y eso nos ayuda a estar esperanzados con el futuro.

    CM: Imaginemos un escenario sin tanta medicación ¿Qué es lo que sugiere que podemos hacer con alguien con una depresión moderada, por ejemplo?

    JM: Es importante contar con todas las personas que están involucradas, la familia, los médicos, pero lo que es crucial es encontrar lo que a esa persona le sucede. Cuando ponemos una etiqueta, como por ejemplo la depresión, convertimos a la persona en una foto fija. ¿Qué es lo que le pasa? Sin duda, ese es un trabajo esencial. Ayudar a un ser humano a ver qué es lo que tiene que mejorar o cambiar en su vida. Una pastilla no va a cambiarle la vida y sabemos que no va a devolverle ningún equilibrio químico. Necesitamos actuar con la intención de hacer que la persona sea responsable de su vida.

    CM: En el libro habla de dejar la medicación cuando no ha resultado útil o cuando hay una mejoría evidente ¿Usan en su centro algún enfoque especial para “desintoxicar” al paciente que ha sido tratado durante mucho tiempo?

    JM: Cada persona tiene necesidades diferentes, tenemos pacientes que han precisado de meses, incluso años, y nos adaptamos al tipo de problema que tienen y pueden ser tratados de manera puntual. Por ejemplo, pacientes graves con esquizofrenia, deben de ser tratados con mucha delicadeza al retirarles la medicación y debemos estar pendientes de su evolución por si necesitan ser apoyados farmacológicamente durante un episodio de recaída. Sin embargo, es vital para nosotros estudiar cada caso para poder comprender que causa el trastorno de nuestro paciente para poder ajustar todo el tratamiento a cada individuo.

    CM: ¿Qué encuentran principalmente cuando estudian esos casos?

    JM: Es increíble el número de personas jóvenes que visitamos que padecen trastornos importantes como resultado de un uso de drogas “recreativas” como el cannabis, las anfetaminas y sus derivados. Muchos jóvenes quedan atrapados en un tipo de trastorno grave como consecuencia de consumos de sustancias psicoactivas. La cuestión es que son tratados por fármacos tan potentes que pueden cronificar su situación. Los estados generados por este tipo de medicación son tan alterados que impiden que el paciente pueda hacer una vida normalizada. Tal vez, esta nueva situación permita a sus familias gestionarlo mejor, pero vemos muy a menudo como estos casos son empeorados con algunos de estos tratamientos.

    CM: ¿Qué hay sobre los tratamientos naturales? ¿Qué tipo de experiencia tienen con ellos?

    JM: Bueno, no tratamos a nuestros pacientes con un tratamiento específico. Lo más importante es que aprendan a llevar una vida saludable. Una revista como la suya, sin duda aporta información sobre como mejorar algunos aspectos de la salud. Una buena alimentación es vital, conseguir una vida libre de estrés y hacer actividades que permitan a la persona mejorar su autoestima. Esto, claro, depende de cada caso, y no tenemos una recomendación estándar, escuchamos a nuestros pacientes y los alentamos a tener una vida sana. Tener capacidades para gestionar la ansiedad es algo que se ha mostrado útil, practicar ejercicio y, sobre todo, encontrar actividades donde el paciente se sienta útil.

    CM: Cuando hablamos de medicación y de trastornos hay que hacer un punto y aparte para hablar de los niños. Hoy en día todos escuchamos sobre los trastornos que aquejan a las criaturas, pero sobretodo parece que la hiperactividad y el déficit de atención van al alza. Los médicos intentan controlar estos trastornos pero ¿Cuál es su opinión sobre este tema?

    JM: Bueno, no creo que en España sea muy diferente que en Inglaterra. No parece que los entornos escolares sean muy propicios para niños que sean muy movidos, dispersos o que puedan tener necesidades específicas. Intentar controlar a los niños dándoles anfetaminas no nos parece muy buena idea. La falta de flexibilidad del sistema educativo y la vida estresada de muchas familias son un potente caldo de cultivo para trastornos de este tipo. Necesitaríamos grupos más reducidos y mayor variedad de enfoques educativos, sin duda alguna.

    CM: Un conocido psicólogo, experto en salud infanto-juvenil, suele decir que hay muchos críos que se curan en septiembre, con el cambio de profesores.

    JM: Claro. Es una visión inteligente pero no hay que olvidar que la industria presiona mucho puesto que los tratamientos logran generar estados en los niños en los que los niños están quietos y atentos a las explicaciones. Debo decir, no obstante, que no hay evidencias de que la hiperactividad sea una enfermedad en estricto sentido de la palabra, por tanto hay muchos casos en los que se está prescribiendo un tratamiento que no es necesario y que causa muchas secuelas a las personas que los consumen.

    CM: Pues parece que cada vez hay más trastornos que pueden diagnosticarse

    JM: Esa es una estrategia de la industria farmacéutica. Equiparan un síndrome, que no es más que una agrupación de síntomas, a una enfermedad. Un síndrome de ataque de pánico, por ejemplo, no es una enfermedad. Creo que tiene que ver con un complejo de inferioridad de los psiquiatras.

    CM: ¿Complejo de los psiquiatras?

    JM: En el inicio de la psiquiatría no existían los fármacos y los trastornos mentales se trataban de manera muy rudimentaria, con internamientos en centros cerrados y terapias de choque. Eso consideraba la psiquiatría como una disciplina poco avanzada y casi policial. El diseño de estos fármacos y la creación de nuevos trastornos ha potenciado la percepción de la psiquiatría como una disciplina muy científica. Ha disparado la autoestima de los psiquiatras.

    CM: Frente a este poder de la industria y de una visión como la que impera ¿Qué podemos hacer?

    JM: Como titular periodístico podríamos decir que lo importante es saber que frente a la industria farmacéutica y el lobby médico el paciente tiene derechos. Sería ideal si los facultativos pudieran informar sobre las potentes drogas que prescriben. Informar sobre los efectos que cabe esperar de esa medicación.

    CM: ¿Cómo podemos ejercer esos derechos?

    JM: Debería existir un diálogo médico-paciente sobre las consecuencias a medio y largo plazo de esos efectos y sobre los devastadores resultados del consumo de estas sustancias. Los pacientes y sus familias deben preguntar acerca de los fármacos y de cómo afectarán a sus vidas. No debemos olvidar tampoco las dificultades relacionadas con el hecho de dejar de tomar este tipo de fármacos y de cómo abandonar un tratamiento crea problemáticas que pueden ser confundidas con recaídas. Tomar psicofármacos es un asunto de gran importancia y debemos tener precaución y conocimiento antes de entrar en un tratamiento de este tipo. A todos nos gustaría poder dar con una pastilla mágica que arregle nuestro sufrimiento, pero no existe ese tipo de pastilla por el momento. Existe el sentido común de los profesionales y sus pacientes.