jueves, 29 de noviembre de 2018

Algo de literatura

Algo de literatura


Además de hablar de locura, tambien voy a hablar de literatura, se que vende mas la locura que la literatura, por esto voy a aprovechar este espacio que ha logrado cierta difusión hablando de la locura, para promocionar literatura, voy a empezar por una cosa que no se como catalogarla, no es mía pero me gustó y es la siguiente:

COSAS QUE SALEN DE MI CABEZA

 

Y derepente se abre mi cabeza, tal como si fuera una caja de sorpresas (que es lo que en verdad es) y comienzan a salir cosas. La gente me mira espantada, pero para mi ya es normal, algo así como el hipo.


No sería tan malo si después no tuviera que absorver todo lo expulsado, y cuando hay niños cerca puede llegar a ser peligrosos, ya que las cosas son llamativas y los infantes las toman, pero luego les son arrebatadas y quedan como madres despechadas y luego llanto!
Hay otro peligro incluido, y es que, una vida en 55 cm de perímetro. Muchos objetos salen a la velocidad de los trenes alemanes, 200 km/hra y más, por lo que no sería raro que luego de una explosión a muchos aledaños se les hubiese incrustado algo en el ojo. Pero creo que, en los dieciséis años que llevo de vida, nunca he visto eso. Pero si he tenido que ver cómo alguien se tragaba uno de mis más preciados recuerdos... lo malo es que estaba lejos de ser cómo me enseñaban a comer de pequeña, si no que fue cuando mi abuelo me enseñaba a andar en bicicleta. Si esa mujer no hubiese sido robusta... el vehículo la habría matado.
Jajaja! Recuerdo también cuando hace mucho tiempo atrás, cercana a los ocho años, en un centro comercial, mi cabeza comenzó a abrirse y a arrojar por ahí cientos de monedas, ya que, semanas antes, mi tía me había obsequiado una caja con efectivo (nada muy espectacular, muchas monedas pequeñas, pero que disparadas a gran velocidad eran verdaderos proyectiles), y como saben los niños no recuerdan cosas, pero sí hechos importantes. Eso para mi fue muy importante, ya que me sentía millonaria, por lo que cientos de pequeñas monedas volaron por los aires, incrustándose en la cabeza de los turistas y compradores. Los guardias me echaron de ahí, debido a que, muchas de esas monedas habían caído en los bolsos de las señoras que ahí adquirían cosas innecesarias. Así que cuando mi cabeza comenzó a rearmarse y a recuperar las piezas metálicas, muchas de las carteras se guardaron en mi mente. Y de ahí nunca más las pude sacar.
Recuerdo, también, que ese día muchos turistas me sacaron fotos. Y había un par de chinos que me confundieron con un personaje de una serie y se sacaron una instantánea, cómo le decían ellos, conmigo (antes de que el guardia me sacara por las querellas múltiples de las señoras).
Otro día estaba en un parque, en donde volaron por los aires muchas cosas, dentro de las que destacaban un barco a escala que mi padre casi armó una vez, el libro de cuentos para niños que mi madre solía leerme y mi primer perrito, un pequeño perro salchicha.
El tema es que un niño que pasaba por ahí, comenzó a jugar con el perro, y cuando se encariñó con él, mi mente lo reabsorvió, y el pequeño comenzó a llorar. Su madre me miró con cara de rencor absoluto, y se lo llevó de la mano.

Escrita por valeeromaan el 3 de agosto de 2011


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