Loco o bipolar

Diario de una persona que a los 16 de pronto enloqueció, luego a los 40 cree descubrir que es bipolar y en este momento con medio siglo en este mundo, no tiene claro que es lo que tiene.

miércoles, 20 de enero de 2016

Mi problema mental

Son una serie de sentimientos encontrados que se desencadenan en situaciones de crisis personales que me acompañan desde que tenía 16 años, que para mi fue el momento en que llegue a estar como loco, desconectado completamente de la realidad y aunque nunca me he sentido mejor, era cuando estaba peor, pues mis actuaciones eran ilógicas y estaban en contra de lo que una persona debe hacer normalmente, según términos técnicos tuve una crisis mental denominado estado psicótico.

Debido a esta primera crisis me internaron en una clínica para personas con problemas mentales y fui tratado por un psiquiatra, quien me controló inicialmente con unos fuertes medicamentos (antipsicóticos los llaman), que me mantenían casi desconectado mentalmente e impedido físicamente, difícilmente podía moverme, es posible que en esta primera etapa de mi problema, para los médicos tratantes se tuviera claro mi diagnóstico, para 1983 era un paciente que sufría una crisis psicótica debida con una alta probabilidad a un trastorno maníaco-depresivo.

Después de salir de mi hospitalización, cuando los síntomas cedieron y ya me comportaba de forma mas o menos normal, mejor dicho estaba aterrizado de nuevo con la realidad de este mundo, seguí con un tratamiento ambulatorio con el mismo tipo de medicamentos, pero con dosis algo mas bajas, según se me dijo en ese momento este tratamiento sería de por vida.

Inicialmente seguí las indicaciones y tomaba estas medicinas de forma incondicional, hasta que debido a que me sentía mal por los efectos secundarios de los medicamentos;  después de seguir la medicación por casi un año, no se si fue por estar en un estado de depresión o por los efectos de los medicamentos que decidí dejarlas de improviso, esto hizo que me sintiera aun peor, pero esta situación pasó, luego al fin y de nuevo volví a sentirme de forma mas o menos normal.

Aunque el haberme comportado como un loco era algo que me ponía a pensar y a veces me preocupaba por ello, decidí que mas bien me dedicaba a seguir con mi vida sin pensar mucho al respecto.

Durante mucho tiempo conviví con mi problema mental sin darme cuenta, o mas bien sabiendo que padecía de algo pero tratando de no darle importancia, por lo que no me atormentaba demasiado por ello.



Hace ya tiempo definí dentro de mi lo que tengo: “Sentimientos encontrados” estos me hacen sentir emociones que muchas veces no están relacionadas con lo que mi entorno me ofrece. Yo denomino a los síntomas de mi problema mental como desbalances, en donde se presenta una distorsión de los sentimientos que no son los que debiera tener para las circunstancias, algo diferente como le pasa a cualquiera que es capaz de llorar cuando muere un ser querido y se siente feliz si se gana un premio, es normal sentir fuertes emociones y tener cambios de humor, pero en mi caso cuando estoy con desbalances:  Puedo sentirme eufórico y bastante alegre, después de haber tenido una gran perdida sentimental o personal como por ejemplo ser despedido de un empleo; como también sentir una gran tristeza lo que comúnmente se llama depresión, a pesar de haber logrado un objetivo importante en la vida, que para otra persona podría ser claramente un motivo para estar feliz.


Que esta situación se deba a que sufro de una enfermedad o de un trastorno o como se pueda llamar, es algo que no se tiene bien claro y mas cuando la literatura al respecto ofrece opiniones contradictorias. Trato de guiarme por lo que siento y por las experiencias que he tenido, pero mis apreciaciones muchas veces van en contra-vía a lo que se afirma en mucho de lo que he podido encontrar en la red, como artículos médicos que dicen tener argumentaciones y sustentos fuertes, basados en hipótesis manejadas por muchas personas y que estarían soportadas por evidencias médicas


Después de mi primera crisis y de sufrir lo que denomino algunos desbalances, que no fueron tan intensos pasaron unos quince años. Entonces fue cuando afronté una etapa de fuerte presión, pues quede sin trabajo formal y no pude encontrar de nuevo un trabajo estable, fue cuando presente lo que llamo yo mi segunda crisis, entre en un estado que se asemejaba al sufrido en mi primera crisis mental, por lo que acudí de nuevo donde un psiquiatra el cual de nuevo me recetó medicinas muy parecidas a las que tome cuando tuve mi primer episodio, de nuevo las estuve tomando durante un periodo y de nuevo las deje.

 
Pasé por otro periodo relativamente largo sin medicación (quizás unos 10 años mas), recuerdo que padecí de algunos desbalances que no llegaban a provocar una crisis fuerte, así pasaron muchos días en los cuales hacía una vida cotidiana que no se diferencia mucho de la que puede tener una persona promedio, ya que a menos que estuviera cerca a una crisis, mis actuaciones eran lo que se puede decir normales, adicionalmente la mayor parte del tiempo parezco una persona normal este con o sin tratamiento y solo ante unos pocos he parecido como un loco o enfermo mental, esto en las etapas de crisis mas fuertes que han sido realmente muy pocas, sin embargo, debo aclarar que los desbalances que sufro no son del todo benignos, pues me causan problemas (algunos pueden ser graves) afectando mi entorno: Familia, trabajo, relaciones personales, perdidas económicas, riesgos para la salud; por lo que no es bueno sufrirlos y se que los debo evitar a toda costa.



Estando en esta situación, después de 25 años de la primera crisis, comencé con la tarea de averiguar que podía ser lo que me afectaba, antes de esta época moderna, difícilmente hubiese podido encontrar la información para tener una idea de lo que sufría, de pronto podía haber sido para mi beneficio, pues como un paciente que de cuando en vez se afectaba por crisis de comportamiento no es fácil encontrar información sobre problemas mentales pues los libros y revistas que tratan el tema solo están al alcance de los médicos y personal científico, además cuando acudí a tratamientos no se me explicó en ningún momento que era lo que tenía.


Estamos hablando del año 2006 o 2007 cuando tuve un acceso bueno a la internet, fue cuando me di a la tarea de averiguar por este medio que podía ser lo que me afectaba respecto a mi comportamiento y si sufría de alguna enfermedad mental y que tan grave podía ser.


Es de aclarar que esta herramienta de la internet, te puede beneficiar pero también te puede llevar a complicar mucho mas la situación, pues hay la tendencia de que se viene usando para llevar a las personas a clasificarse dentro de unas definiciones de enfermedades mentales inexistentes.


Vengo a saber ahora último que no existen muchas enfermedades mentales definidas como tal, dentro de las definiciones médicas.  Hasta hace poco me consideraba un enfermo mental que tenía la enfermedad del trastorno bipolar. Me quedé por mucho tiempo con esta definición de lo que me afectaba, etiquetándome como un bipolar y cree este blog con este nombre: Un bipolar mas, mi forma de ver las cosas estuvo en esta sintonía, hasta ahora, que vengo a tener una perspectiva algo diferente.


Ahora me defino como una persona que esta afectada por un problema que altera su comportamiento (que no es una enfermedad) denominada trastorno bipolar, que también se denomina trastorno maniaco depresivo, estas definiciones pueden sonar a lo mismo (enfermedad=trastorno=problema) pero estas diferencias de definición tienen unas implicaciones muy grandes, desde el punto de vista médico como también legal.  El problema que me afecta hace que tenga un desbalance en los estados de ánimo, además de sufrir con problemas de concentración, relaciones interpersonales complicadas, cuando se desencadena la manía o hipomanía tengo problemas en los ámbitos laborales y personales, como también puedo entrar en una depresión profunda.



También debido a que en internet la idea mas vendida y que la mayoría acepta como válida es que se tiene que estar medicado de por vida, lo mismo que me dijo en su momento el primer psiquiatra que me trato, fue entonces que de nuevo volví a acudir donde los psiquiatras para que me trataran de nuevo, estoy hablando del año 2010 a 2011, esta vez sin estar en crisis, por lo que pase por una tercera etapa de tratamiento, esta vez con medicamentos algo diferentes a los dos primeros, en esta  oportunidad el tratamiento de control era con unas medicinas que se denominan estabilizadores de ánimo algo diferentes a los antipsicóticos que me recetaron en las oportunidades anteriores, a pesar que no tenían estos efectos secundarios tan fuertes, si provocaron otros efectos que aunque no eran tan apreciables si me afectaron, aunque tengo que reconocer que es muy probable que estas medicinas tuvieron algo de efecto benéfico, por lo que no puedo afirmar que no sirvan, sin embargo, decidí de nuevo que podía volver a estar en un nuevo periodo libre de medicinas para problemas mentales las cuales suspendí hace ya algo mas de un año (osea para el 2014)  las cuales pienso podría retomar, si veo que estoy de nuevo con síntomas de desbalances que puedan afectar mi vida, sobre todo si estoy perdiendo el contacto con la realidad que es lo que no estoy dispuesto a aceptar, de no ser tan extrema la situación se que puedo sobrevivir sin tomar estos psicofármacos.

Dentro de las cosas que hicieron cambiar mis ideas respecto a mi problema mental es que vengo a saber que últimamente no existe un buen tratamiento científicamente probado, para mi problema y que el hecho de que no este tan enredado, se debe mas a mi suerte ya que he contado con un entorno favorable y personas que me quieren y me han ayudado para no haber terminado mal como otros.


La forma como he sobrevivido a mi problema mental ha sido en resumen: Estar en  tratamiento médico recetado con fuertes psicofármacos cuando he entrado en crisis fuertes.  Después de salir de estas, pasar por largos periodos (años), sin medicarme de forma constante y solo tomar algo que me ayude a reducir los síntomas negativos de mis desbalances, los cuales he logrado indentificar bien; cuando tengo los primeros, los paro cortando el avance hacia una crisis; he logrado dilucidar que en mi caso particular lo que desencadena los desbalances es la falta de sueño, unido o aislado a un acelere que me da, que se produce sin causa concreta o por el clic de un hecho que me afecte emocionalmente, como por ejemplo un viaje, un cambio en el trabajo, quedarme sin trabajo, una perdida emocional; los síntomas problemáticos que me afectan, los controlo en la mayoría de las veces regulando el sueño, ya que desde mi primera crisis vengo tomando unas gotas que sirven de somnífero, las cuales regulo en su cantidad de acuerdo a la intensidad del insomnio, hasta que este cede y después de este también se reducen los otros síntomas, hasta que mi comportamiento es lo que se puede decir mas o menos normal.


Esta situación me ha funcionado relativamente bien creo yo, en mi caso particular puede decirse que mi problema mental no ha sido tan fuerte hasta el momento, o que afortunadamente lo he podido manejar sin necesidad de estar medicado todo el tiempo, porque se tienen referencias de personas que con casos similares al mío, tuvieron problemas graves, que no les permitió llevar una vida normal, o donde los desbalances les llevo a situaciones extremas, que terminaron en la drogadicción, en la delincuencia, el alcoholismo o que pusieron fin a su vida por su propia mano.


Mi problema mental se caracteriza en que a menos que esté cerca a una crisis, o cuando presento desbalances fuertes, mis actuaciones son las mismas que una persona normal con o sin tratamiento, y esto ha sido la mayor parte del tiempo, solo ante unos pocos y en muy pocas oportunidades he parecido como un loco o enfermo mental (aclaro que mi problema como tal no se considera una enfermedad mental).


En la antigüedad y aun hoy en día muchas personas sufren de problemas de la mente sin saberlo o sintiendo que tienen algo pero sin darle importancia, eso les pasaba o les pasa a los etiquetados como bipolares o como otras definiciones y muchos vivieron o viven felices o no, sin saber que significaba o significa trastorno bipolar, es mas se puede decir que el trastorno bipolar en la antigüedad ni siquiera existía (antes o una persona con un problema similar al que sufro, estaba loca o era normal, de pronto sufría crisis de locura y volvía a la normalidad), se puede afirmar que  no existía la entidad tal como se presenta en la actualidad, además como no era tratada con drogas que la modifican esta no presentaba las condiciones de lo que es hoy llamado trastorno bipolar.


Mi problema mental ha estado últimamente bajo control, muchas veces con ayuda de médicos, otras solamente por mi experiencia, se un poco más de como es, por lo que trato de mantenerme en equilibrio y cuando tengo los primeros síntomas de un desbalance, he sabido como pararlos, aunque sintiendo los efectos de un sube y baja emocional que me hace sentir realmente mal y para mi fortuna hasta ahora he logrado cortar el avance hacia una crisis mayor, la cual no he vuelto a tener desde hace ya unos 15 años aproximadamente.

jueves, 14 de enero de 2016

Reblogueando a una persona desesperada

A continuación presento una entrada escrita por una persona desesperada por su situación mental, es un relato crudo de lo que sintió en un determinado momento, afortunadamente como dice en un comentario final solo fue algo que se le paso por la mente y no lo considera como un intento de suicidio.


De suicidio y resurrección 

Llevo días tratando de escribir esta entrada pero me es imposible. No sé cómo empezar, o la redacto pésimo o me apabullo. Y lo increíble es que los hechos son tan simples: me quise matar, no lo conseguí, me diagnosticaron al fin algo, se me medicó y estoy tratando de vivir mejor.

Es que todo me parece tan patético y tan trillado, tanta mentira, tanta ilusión a la vez. Es que la verdad yo no me quiero morir. A mí me gusta la vida, ahora que lo pienso, pero tampoco sé si esto que digo es producto de las pastillas o son simples ganas, simple ilusión o solo el aliento de la víspera del viaje que emprendo mañana, yo ya no sé nada de mí. Solo que dentro de unos días cumplo 25 años y que ya me cansé de los excesos.

El viernes tomé 12 pastillas -7 clonazepam y 5 alprazolam- con la única intención de dormir los días que fuesen necesario. Sabía -al menos lo creí- que era imposible matarse con ese nimio cóctel. Era la 1:30 a.m. y la crisis estaba en su nivel más alto; ya no sabía en qué posición acostarme, qué vídeos mirar, qué libro coger, qué diablos hacer para que el pecho no se me estrujara de ese modo. Cometí la idiotez, dopada como estaba, de escribirle a mi ex novio, solo palabras sueltas, ningún pedido, vaguedades puras, filosofía de pacotilla. Él me dijo que fuera a su casa. Le dije que no. Un brío de lucidez me dijo que iba a exacerbar mi crisis si lo veía e incluso podía hacerle daño, así que no. Me insistió y le repetí que no porque había tomado pastillas. Y luego lo de siempre: que soy una demente, que arruino mi vida, que lo deje en paz. Ante esas palabras y el malestar que inundaba mi cuerpo, solo caminé a tientas, con mucho frío en el cuerpo, por la casa en busca de más pastillas. Por un minuto sentí el valor de querer morir. Tuve el impulso. Un impulso que solo lo he sentido en dos ocasiones. Es tan fuerte que me hace comprender quizás de soslayo a los suicidas. Buscaba como loca entre las pastillas de mi madre: para la presión, para el estómago, para el dolor de muelas, etc., etc., por ahí tomé algunas para la presión (no las cuento porque no me parecieron tan potentes pero quién sabe).

Con el cuerpo echo polvo, casi a rastras por mi sala, volví a llamar a mi ex novio, esta vez no quería un abrazo de él ni una despedida, quería que me llevara al hospital. Yo sabía -pensaba- que no me iba a morir pero no podía tenderme en pie y el miedo a que algo malo me pasara era demasiado fuerte. No voy a verme implicado en esto, me dijo, y colgó. Llamé seis veces y nunca obtuve respuesta. Otra vez la crisis se hizo más creciente. Yo quería controlarme, entendía lo que sucedía con mis nervios, que todo crecía por tratare de él; buscaba respirar pero me ahogaba. La taquicardia, la despersonalización, el miedo, el desequilibrio, el dolor, un dolor asesino, es que a veces no sé qué es eso. Esto va a parecer huachafo pero yo no lo entiendo: no hay herida pero hay un dolor que retuerce, que ahoga, que paraliza.

Ante la ausencia de pastillas fui en busca de mi cuchillo. En este punto casi gateaba por la habitación. Tampoco buscaba matarme ya, solo herirme, matar un poquito el dolor del pecho con el dolor físico, que es tan nimio en comparación. No lo encontré. El reloj marcaba las 2:00 a.m. Media hora y no me había muerto. Me metí a la cama.

A las 8 p.m. de la mañana siguiente me despertó mi madre con dos cachetadas. Veía borroso, apenas sentí el dolor en las mejillas, ni siquiera entendía en dónde estaba. ¡Estás loca! ¡Estás demente! ¡Mira! ¡Mira!, y me enseñó los empaques vacíos de las pastillas. Casi entendí a que se refería pero era imposible hablar. Me agarró del cuerpo e impuso a que me ponga de pie pero me caí al instante. Se enfadó más. Me dio otras dos cachetadas y volvió a llamarme loca tres veces más. No lo soporté y no sé bien de dónde salió mi rugido pero lo dije: me quise morir para no ser como tú. Obviamente, volvió a pegarme. Luego no recuerdo. Cuatro horas más tarde, volvió a mi cama con una sopa de pollo. Me la comí entera y con ahínco. Estaba muerta de hambre. No hablamos pero ambas estábamos más tranquilas. Volví a dormir.

A la mañana siguiente, mi madre y yo nos dirigimos al Valdizan, un hospital psiquiátrico. Es un lugar muy grande, aunque bastante tétrico, muy notorio en su calidad de sanatorio especializado en salud mental. No quisieron atenderme hasta que un médico general revisara si mis órganos estaban dañados producto de las pastillas. Pero el cansancio, la debilidad de mi cuerpo hacían imposible la espera. En el hospital general la mujer que me atendió le dijo a mi madre que debía llamar a un fiscal o a un policía porque "su hija ha cometido intento de suicidio". Yo no estaba ni enterada que el suicidio era ilegal; me irrité más, le dije que solo había tomado 12 pastillas, que solo quería dormir ¡por el amor de Dios! ¡Una señorita de 23 años falleció ayer con 12 clonazepam, ¿sabe usted?! ¡Así que no me venga con eso de 'querer dormir'. ¡Usted está mal de la cabeza!, me gritó la mujer. Yo no podía entender que una especialista de la salud mental le dijera eso a alguien, así que hice lo que mejor sé: la mandé al diablo y me fui corriendo al hospital psiquiátrico. Toqué la puerta del consultorio más cercano y amenacé con cortarme las venas si no me atendían. Un tropel de médicos salió a atenderme enseguida.

Escuchaba a mi madre llorar en la sala contigua. Creo que adquirí la seguridad que me ha dado el conocer a rajatabla sobre mi enfermedad, el haber leído tanto al respecto que puedo recitar de la A a la Z lo que pasa con mi cerebro. "Solo necesito pastillas porque mi cerebro se está deteriorando. No puedo concentrarme, confundo las palabras, me falta la memoria y escucho A por B, además de la impulsividad, la agresividad y los intensos deseos de morir que creo que son inherentes a mí desde que nací", les dije. "Por favor, necesito trabajar", les supliqué.

Mi diagnóstico: trastorno límite de la personalidad o borderline.

- Es usted una chica muy inteligente, ¿sabe?, me dijo uno de los doctores.

- Eso no sirve para que me quieran Menos para vivir, ¿sabe?

- ¿Por qué cree que no la querrían?

- ¿Quién en su sano juicio estaría con una mujer que cambia de humor como cambiar de aretes, que tiene ataques de ira, pánico y ansiedad en cualquier momento y lugar; que piensa que todos la engañan y que es hipersensible a lo que se diga de ella, que un día pueda comprar un pasaje al caribe y largarse sin recordar que al día siguiente tiene trabajo, que puede dar la vida por la persona que ama  pero que mataría sin remordimiento si la traicionaran? Podría ser la mujer más hermosa e inteligente de este planeta, doctor, y nadie me amaría, ¿comprende?

- ¿Entones para qué quiere medicarse?

- Para ver películas.

Ambos doctores se rieron, yo también me reí. Me dieron mi consabida medicación; cuatro pastillas al día para que este cerebro funcione. Confieso que me siento muy tranquila. Confío en la ciencia, en que nuestro cerebro es una máquina que a veces se avería y, como en estos casos, necesita mantenimiento de por vida.

Sobre mi enfermedad, digo que la conozco porque llevo años leyendo sobre el trastorno borderline y el trastorno bipolar, pues nunca supe cuál de los dos tenía (ambos son muy parecidos), y mi último diagnóstico fue la bipolaridad. Ante la ineptitud de los médicos psiquiatras -esto merece un post aparte-, yo misma tuve que documentarme, leer libros, artículos científicos y hablar con especialistas para saber qué diablos pasaba o pasa conmigo. Ahora, yo no creo en el diagnóstico en cuánto a etiquetas. Eso de ser borderline es solo un nombre, un nombre para englobar una serie de conductas muy marcadas, muy comunes en quienes la padecen, pero no es más que eso. La realidad es que algo sucedió con mi cerebro y es preciso repararlo o al menos atenuarlo.

Por estos días la vida no es muy fácil, aunque sí llevadera. Las pastillas me sumen en un sopor increíble. Somnolencia hasta el mediodía, distracción, falta de concentración y mucho, mucho, mucho sueño. A veces me siento como bajo los efectos de la marihuana debo decirlo, pero sí me siento más calmada. Ayuda mucho que esté embarcada en nuevos proyectos laborales y que mañana me vaya de viaje a la playa. Por el momento -y espero que por muchísimo tiempo- he dejado el alcohol, las drogas, el cigarro e incluso he disminuido el café y los dulces.

Lo que le dije a las doctores era una broma, evidentemente, pero el trasfondo es real. Soy sincera al respecto. Me parece imposible que alguien pueda quererme tal como soy; por supuesto, pueden enamorarse de mí, creo que tengo encanto -como muchas personas- pero de ahí a que pueda establecer una relación a largo plazo lo veo difícil; así me controle con pastillas estoy resignada a una fugacidad que quiero disfrutar y al hecho de no tener hijos por el riesgo genético. Puede parecer una estupidez pero yo no me creo al 100% lo de la "llevar una vida normal". Una persona con mi enfermedad no puede hacerlo o hablaré por mí: no puedo hacerlo.
Yo solo quiero medicarme para disfrutar de algunas tardes, estar tranquila a veces y no hacerle daño a los que quiero. Vivir feliz y en armonía y perogrulladas por el estilo... no.

LDV
 

Publicado por Luisa Devoto 

 

2 comentarios:

1.

Carlos Garcia 5 de noviembre de 2015, 7:23
 

Hola

Relatas como fue un intento de suicidio, espero que sea una historia ficticia y no una cruel realidad, no me gustaría saber que alguien que expresa de forma tan patente los sentimientos, deje este mundo cruel por su propia mano, este mundo es muy injusto, duro y muchas veces es como se dice vulgarmente una mierda.
Sin embargo, es lo que nos tocó vivir y vivir como decía alguien es solo un ratico si lo comparamos con el infinito del tiempo o como dirán los que creen en el mas allá es solo un instante comparado con la vida eterna, por lo que nos toca vivirla y de malas hay que seguir viviendo y si es duro que nos dejen vivir, porque tenemos que ayudarles con nuestra mano a terminar con una vida que muchos quisiera que no existiera.

Espero que puedas seguir contando tu vida por aca que yo estaré pendiente de oir tus quejidos.



2.

Luisa Devoto 6 de noviembre de 2015, 16:25

 


Hola Carlos,
 

Lo que cuento es verdad. Pero no lo llamaría intento de suicidio, pues lo que quise hacer no era morir, no sé realmente que quise, en algún momento, tal como cuento en el relato, lo pensé, pero fue muy fugaz, lo que quería quizás era tan solo escapar y en un momento como eso las pastillas parecen una buena alternativa. Afortunadamente no fue más que un adormecimiento y un posterior susto. Ahora trato de estar mejor y no andar en tonterías. Pues sí, es lo que nos ha tocado. No podemos hacer más. Un abrazo,
Luisa.