Loco o bipolar

Diario de una persona que a los 16 de pronto enloqueció, luego a los 40 cree descubrir que es bipolar y en este momento con medio siglo en este mundo, no tiene claro que es lo que tiene.

lunes, 31 de diciembre de 2012

Otro año mas


Terminé de nuevo otro año, es un logro tanto para mi como persona, como también como paciente afectado por el trastorno bipolar, esta vez la pase bien en estos últimos días, no quiere decir esto que haya estado en fiestas y reuniones ruidosas, por cuestiones de mi enfermedad están proscritas, consecuencias de mi padecer pero que he sabido comprender y aceptar.

Estoy juicioso con mi tratamiento último, el cual no ha evitado del todo que tenga recaídas  eso si leves, me comparo a cuando no tomaba nada y estoy mejor, sin sentirme del todo aliviado.

A pesar de sentirme mejor, mis pensares son de pesimismo, pienso que este mundo es cruel e injusto, me identifico con las palabras escritas hace casi cien años por Discépolo, "el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el 506 y en el 2000 también"

Para mi fortuna mi vida no ha sido difícil en el sentido material, no he sufrido mayor cosa por estas situaciones, pero me hace pensar que mas bien pocos pueden tener una vida cómoda mientras que unos pocos tienen demasiado y aun así no están contentos y quieren mas, a sabiendas que para tener eso de mas implica pasar por encima de la vida de otros, situación injusta que no tiene castigo salvo en pocas ocasiones.

Para el próximo año pienso seguir viviendo a pesar que este mundo sea mas difícil cada vez, pienso con mis acciones hacer aunque no sea mucho para ir contracorriente a lo que pasa todos los días.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Preguntas y respuestas sobre trastorno bipolar V


Siguiendo con la serie se tienen otras dos cuestiones que son muy polémicas: La psiquiatría como ciencia imperfecta y a la necesidad que se tiene de acudir a ella así no sea el área del conocimiento mas y mejor desarrollada.

"¿Está muy atrasada la psiquiatría?
En los últimos años la psiquiatría ha avanzado enormemente, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Los últimos cuarenta años se ha pasado de una psiquiatría que se limitaba prácticamente a recluir a los enfermos y aislarlos de la sociedad a una psiquiatría que pretende ayudar al enfermo a reintegrarse y que mejora y cura gran parte de los trastornos que se le presentan. Con el progreso de la psiquiatría se han reducido los prejuicios y los miedos ancestrales de la gente en lo que respecta a visitar al psiquiatra, aunque todavía cuesta reconocer que se acude a un especialista en salud mental. Antes, se ingresaba indefinidamente a los pacientes con trastornos graves, y los leves permanecían sin tratar; hoy por hoy, los ingresos son breves y las personas con trastornos menores (depresiones leves, ansiedad...) recurren a la psiquiatría en busca de tratamiento para aliviar sus síntomas. Los medicamentos aparecidos durante los últimos cuarenta años han dotado a la psiquiatría de nuevas armas para el tratamiento de estos trastornos, además de la psicoterapia. Poco a poco aparecen nuevos fármacos, con menos efectos secundarios, que mejoran la calidad de vida de aquellos que lo requieren.
Así pues, hay motivos para ser optimistas ante el futuro."

Se plantea en este corto espacio el cambio que ha tenido la psiquiatría en los últimos años, aunque no es tan perfecta como debiera ser, si ha servido para mejorar la calidad de vida de muchas personas, me incluyo entre estas, pienso que mi vida sería diferente a no ser por la psiquiatría moderna, lo mas probable era estar mal, o estar como muchas veces lo he dicho ser considerado como un loco o una persona que se enloquece por ratos, porque esa era la imagen de nosotros los bipolares ante todos y ahora afortunadamente ante no todas las personas.

Aunque muchos también se han aprovechado de la psiquiatría para hacer cosas indebidas, al igual ha pasado con otras especialidades médicas, con los problemas de la salud se han lucrado muchos sin prestar  un servicio adecuado, pero esto no quiere decir que la medicina en general no funcione.

En muchas partes al igual que con otras enfermedades, si no dispones de recursos importantes tu tratamiento no será el mejor o no serás atendido, son problemas de manejo injusto y desigual de la economía, no de falta de conocimientos médicos.

En mi caso tengo suficiente edad para dar mi opinión respecto al cambio en los medicamentos, fui tratado de mi primera crisis hace casi 30 años y los medicamentos que me dieron me ayudaron a superar la crisis pero sus efectos secundarios me fueron insoportables y a causa de estos los suspendía al llegar a la estabilidad, adicionalmente según lo que he consultado y con base en los nuevos desarrollos respecto a este tipo de medicamentos, parece que los que se me recetaron en esta época no eran los mas adecuados como drogas de control, en este momento estoy tomando otros medicamentos los cuales siento que me controlan la enfermedad, pero no tienen tantos efectos secundarios y si los tienen son soportables, por lo que los vengo tomando con juicio y no los he suspendido.

La mayoría de los medicamentos que tomé en mi primera crisis están fuera del mercado o se usan para casos extremos, o para otras dolencias mentales, no precisamente para el trastorno bipolar.

Solo hay un medicamento que es el mismo que tomo desde mi primera crisis y son las gotas para dormir, a pesar de que llevan mucho tiempo y para algunos médicos son anticuadas, según me dijo el psiquiatra que me trata actualmente son de lo mejor que hay en el momento para tratar el insomnio en mi caso y casos parecidos y como me han funcionado me recomienda seguir con ellas, estas las tomo cuando se me descontrola el sueño, cuando se me normaliza las suspendo.

Adicionalmente no es solo la psiquiatría la que ha evolucionado, también la sociedad, en este momento se acepta sin discriminar mas fácilmente a las personas diferentes a la mayoría y entre estas diferentes estamos los afectados por trastornos mentales, aunque todavía falta evolucionar mas se han dado algunos pasos importantes.


"¿Significa el hecho de visitar a un psiquiatra, o un psicólogo, que no soy capaz de organizar mi vida solo?
En absoluto. Del mismo modo que tener que visitar a un dentista no quiere decir que no se sepa masticar. No es más importante ni más grave tener que visitar a profesionales de la salud mental que al resto de profesionales médicos. Precisamente, el hecho de acudir con regularidad a las visitas del psiquiatra y/o del psicólogo es una muestra de la capacidad de ser responsable en lo que respecta a la propia vida y, por lo tanto, una forma de ejercer la autonomía personal. Visitar a un psiquiatra o a un psicólogo conlleva, en un primer momento, reconocer que alguna cosa «no marcha bien», lo que indica de por sí un acto de madurez."

Aunque no sea del completo agrado, es necesario visitar el psiquiatra porque padecemos así no lo hayamos escogido de una enfermedad y debemos estar en control permanente, de forma análoga una persona que sufra del corazón tiene que estar visitando constantemente a un cardiólogo si  no desea morir repentinamente y si quiere tener calidad de vida.



miércoles, 5 de diciembre de 2012

Preguntas y respuestas sobre trastorno bipolar IV


Sigo analizando, apartes del libro Vieta sobre nuestra enfermedad, resaltado aparece lo del libro, mis comentarios en letra normal

De acuerdo con el libro:

"¿Soy un enfermo mental?
No «sois» enfermos mentales, si acaso, padecéis un trastorno mental. Fijaos en la diferencia entre las dos ideas: ser un enfermo mental implica que uno sólo puede definirse como tal, que uno «es» la enfermedad, que ambos son indistinguibles; por el contrario, el concepto «sufrir» una enfermedad psíquica nos acerca más al modelo médico tradicional, según el cual nadie definiría a una persona a partir de su patología. Así pues, vosotros sois, en primer lugar, personas con sus virtudes y defectos, con aficiones concretas, con preferencias, etc. y padecéis un trastorno bipolar, del mismo modo que vuestro vecino puede padecer del corazón."

Aclara un concepto que se tiene arraigado por muchas personas que permite estigmatizar a los que sufrimos de algún problema de la mente, como se explica no somos enfermos como tal, sufrimos de una dolencia que es diferente, ademas la enfermedad solo es evidente cuando estamos en desbalance de resto aunque padezcamos la dolencia esta no es manifiesta.

"¿Tenemos los enfermos bipolares un riesgo elevado de volvernos esquizofrénicos?
No. La esquizofrenia es una enfermedad completamente distinta del trastorno bipolar. Si bien es verdad que hay pacientes bipolares que están más cerca de la esquizofrenia, ya que presentan un gran número de síntomas psicóticos de manera más o menos persistente, eso no quiere decir que puedan terminar sufriendo esquizofrenia. Es improbable «hacer el salto» de una enfermedad a otra."

Es una duda que siempre tuve, la cual esta aclarada en este libro y en otros escritos que he consultado.

Después de mi primera crisis maníaca (llegué a tener alucinaciones visuales, paranoia, distorsión de la realidad) cuando me encontraba algo mejor pensé que lo que me pasó era como un estado de locura temporal y que tarde o temprano terminaría loco por siempre, la palabra loco para mi en ese momento era igual a esquizofrénico, estando equivocado completamente.

A pesar que la esquizofrenia es una enfermedad mental que podría decirse es mas grave que el trastorno bipolar, tampoco es igual a estar loco, loco es una definición coloquial que abarca muchas condiciones mentales y que científicamente no esta definida, ni clasificada, pero la sociedad en general como tal recoge en esta palabra a muchas personas que discrimina, aísla, maltrata, etc; sufran o a veces ni siquiera sufran una enfermedad mental.

No conocer, ni diferenciar los términos que se refieren a los problemas mentales es algo que la mayoría de las personas manejan, en mi caso, creo que si no sufriese de una dolencia mental, estaría con iguales conceptos errados referente a lo que son los problemas mentales.

Tanto la esquizofrenia como el trastorno bipolar tienen un tratamiento en la actualidad, el cual permite a las personas llevar vidas normales.

En un diagnóstico entre la esquizofrenia y el trastorno bipolar pueden haber confusiones porque una persona afectada de trastorno bipolar que esté en estado maníaco fuerte puede llegar a tener alucinaciones y comportarse de igual manera a un paciente con esquizofrenia en crisis, aunque los síntomas en estos casos sean iguales, la evolución de las enfermedades es diferente.

En el caso de la esquizofrenia difícilmente sin un tratamiento adecuado la persona vuelve a su estado normal, los bipolares aún sin tratamiento pueden salir de una crisis y volver a la estabilidad eso si a veces con consecuencias negativas.

Una persona afectada por esquizofrenia sin tratamiento presenta un deterioro en las capacidades mentales muy fuerte que puede llevarlo a estados de deterioro mental grave y convertirlo en una persona con retraso mental y discapacitado. He encontrado en internet que la ciencia actual ha encontrado tratamientos que logran parar el proceso de deterioro mental y hacer que las personas afectadas por esta dolencia puedan llevar vidas normales, hay un caso muy representativo de esto, el del nobel John Nash quien sufre de este problema, lo ha superado, y a pesar de esto es considerado como una de las mentes mas brillantes de la actualidad.


lunes, 3 de diciembre de 2012

Terminé

Terminé mi trabajo temporal de un mes, logré los objetivos planteados pero el estrés que me generó fue bastante grande, las últimas dos semanas no dormí si no fuera con el somnífero que tomo, pues en dos oportunidades trate de rebajar la dosis o no tomarlo y pasaba la noche en vela, en otras oportunidades esta situación de estar con insomnio no pasaba de una semana o muchas veces de unos días, será que se esta agravando mi problema o es causa de como creo del estrés causado por el trabajo, no lo sé pero tengo que ir donde el psiquiatra hablar con el y buscar la mejor forma de tratarme.

Gracias a mi trabajo temporal el cual consistió en una asesoría se lograron grandes dividendos para mi empleador el cual está muy agradecido y me ofreció trabajo por un año para el próximo, tengo que entregarle una propuesta económica al respecto, osea que después de casi 10 años voy a tener un trabajo mas o menos estable por un periodo de un año, un cambio drástico para mi pues siempre como comentaba, era un freelance que trabajaba a ratos y muchas veces pasaba tiempos largos sin trabajo pero bueno toca esperar a ver como se pone la situación.

Ademas mi problema en trabajos por ratos no causa casi traumatismos pues como eran cortos no se apreciaba mucho mis cambios y como no estaba mucho tiempo con las mismas personas no notaban nada raro en mi, cosas que si pueden pasar cuando se va a trabajar por mas tiempo, espero que esta vez logre estar estable ojalá todo el tiempo para no mostrarme como soy en casos de crisis que no es muy bueno que digamos.

Otro problema que puede presentarse es que no me quede mucho tiempo para estar por estos lados, pero bueno trataré de sacarlo o si no es una consecuencia que no me traerá problemas pues estar por estos lados es algo divertido mas no necesario.




domingo, 2 de diciembre de 2012

Preguntas y respuestas sobre trastorno bipolar III

Siguiendo con la serie voy a plantear otras dos preguntas


"¿Hay cada vez más bipolares?
No está claro si la frecuencia de esta enfermedad aumenta o si bien, con el perfeccionamiento de los criterios diagnósticos, los avances en psiquiatría y psicología, la mayor disponibilidad de información, el mayor nivel cultural medio de la población, etc., cada vez se diagnostican correctamente más casos de personas que, antaño, se habrían calificado erróneamente de «raras», «excéntricas», «mágicas» o «locas» y que, de este modo, pueden empezar a recibir un tratamiento adecuado que les permita llevar una vida mejor.
¿No es quizás todo el mundo un poco bipolar?
La mayoría de la gente sufre oscilaciones leves del estado de ánimo, lo cual no quiere decir forzosamente que tengan un trastorno bipolar, ya que no han sufrido nunca manía o depresión."

Vuelve y juega el tema de que tantos somos los bipolares y la tendencia de algunos psiquiatras o mas que de los psiquiatras de la industria de las drogas legales (medicamentos) de querer jugar con las cifras de los bipolares y para bien de ellos tratar que se diagnostique la mayor cantidad de personas como bipolares.

Lo que plantea el libro es claro y es posible que de acuerdo con este criterio aumente la cantidad de personas diagnosticadas respecto a lo que se diagnosticaba antes, claro que también hay que tener en cuenta que personas que se diagnosticaban con el trastorno bipolar y otras enfermedades mentales se descartarán de tener estas dolencias. Cuando se llegue a un protocolo para determinar mediante pruebas clínicas un diagnostico mas preciso de la enfermedad, se podrán hacer estudios estadísticos con una mayor aproximación a lo porcentajes de probabilidad de la enfermedad mas aproximados a la realidad, mientras tanto las cifras al respecto seguirán siendo muy inciertas.

A pesar de tener criterios claros y pruebas diagnosticas para determinar una enfermedad como la diabetes tampoco se puede decir con precisión la prevalencia de esta enfermedad porque todo son estudios estadísticos, entonces que puede decirse de una enfermedad donde el diagnóstico es mas difícil.

Tengo un criterio que explico en mi entrada sobre la probabilidad de ser bipolar y es que los bipolares somos aproximadamente el 1% pero no precisamente el que domina el mundo.


martes, 27 de noviembre de 2012

Una hoja de mi diario bipolar


De nuevo un poco acelerado, mi trabajo temporal que debe culminarse en un plazo de 10 dias esta en su punto mas duro, para mi parecer va bien, de acuerdo como debería, sin embargo, esto no ha sido muy bueno para mi.

Ultimamente he tenido la tendencia a acelerarme adicionalmente dormí dos noches mal por lo que me toco de nuevo tomar el sinogan para dormir normalmente, y a la vez reducir la ansiedad y la tendencia a la manía, este me ha funcionado, como en ocasiones anteriores desde el punto de vista de control de mi padecer, pero me toca sufrir sus efectos secundarios que comparados con otros medicamentos (como el haloperidol que cuando estoy casi maníaco o maníaco es lo que me toca tomar) son mas soportables; en el día me pone muy incómodo principalmente por las mañanas, levantarme es un martirio, en las primeras horas estoy demasiado lento, soy como un robot, mis movimientos son como si estuviera con un freno puesto a toda hora, mentalmente no estoy tan mal, pienso que mis ideas son claras, y logro concentrarme, a diferencia de cuando me sigue la tendencia a la manía, ya por la tarde cuando termina el efecto me empiezo a acelerar de nuevo, claro que no mucho, pero si siento que empiezo a hablar mas de la cuenta , me empiezo a desconcentrar y me disperso en varias cosas sin terminarlas.

martes, 20 de noviembre de 2012

Preguntas y respuestas sobre trastorno bipolar II


Siguiendo con la serie iniciada sobre preguntas y respuestas sobre el trastorno bipolar sigo con otras dos preguntas, que tienen mucho que ver con lo que se denomina teoría del desbalance químico que muchas personas no aceptan, sobre la que cada vez se tienen mas evidencias que dan lugar a probar la validez de esta teoría.

¿Qué son los neurotransmisores?
Son sustancias que circulan entre las neuronas, que son las células del cerebro que transmiten los impulsos nerviosos. Los principales neurotransmisores son serotonina, noradrenalina, acetilcolina, dopamina y GABA, aunque hay muchos más. Las neuronas se comunican entre sí y se envían estas sustancias que recogen unos receptores de la neurona contigua. Cada receptor tiene varias funciones específicas. El exceso de producción de algún neurotransmisor, como por ejemplo la dopamina, es responsable de la aparición de ideas delirantes y alucinaciones, que pueden producirse en descompensaciones graves de la enfermedad. Esta sustancia estimula el pensamiento asociativo y favorece de este modo la interpretación de que coincidencias azarosas o fortuitas tienen en
realidad una causa común, generalmente referida a uno mismo; por ejemplo, el que un coche se ponga en marcha justo en el momento en que nosotros pasamos por delante suyo puede ser algo de lo que no nos demos cuenta o a lo que no demos importancia, o bien podemos interpretarlo como una muestra inequívoca de que estamos vigilados. La dopamina nos hace creer que cualquier cosa puede tener un segundo sentido, muchas veces amenazador. En situaciones de auténtico riesgo, esta función puede ser útil y adaptativa, pero en una situación normal el exceso de estas sustancias hace que la persona se vuelva desconfiada hasta el punto de perder de vista la realidad.

Según la teoría medica actual sobre la cual ya hay ciertas pruebas científicas claras, las emociones son reguladas por sustancias químicas, cuando las cantidades de estas por diversos motivos están por fuera de las cantidades normales se presentan desbalances emocionales, esta situación también puede ser explicada como problemas del alma, del karma o por cuestiones divinas (algún castigo de dios, por pecados de la persona, de familiares, o pecados cometidos en vidas pasadas)  pero para esta explicación no existen pruebas diferentes a la fe, que claro muchas personas tienen esta fe, por lo que si se maneja como la opinión de una mayoría y si se fuera democrático en la validez de una apreciación por mayoría, es posible que esta sea la idea mas aceptada al respecto.

¿Qué es la serotonina?
La serotonina es un neurotransmisor que realiza múltiples funciones en el sistema límbico cerebral. Participa en la regulación del sueño, el hambre, la agresividad, la sexualidad y el estado de ánimo, entre otras cosas. Cuando tiene lugar un descenso en la producción de esta sustancia puede aparecer la fase depresiva de la enfermedad; así pues, ésta se acompaña de trastornos del sueño, el hambre (por lo general pérdida, pero a veces aumento de éste) y las otras funciones controladas por la serotonina. Por eso resultan útiles los fármacos que estimulan la producción de serotonina, como algunos antidepresivos. El litio también actúa, en parte, controlando la cantidad de serotonina que va de una a otra neurona.

Esta apreciacón y definición ya se había presentado en entradas pasadas, como en los post: Dopamina y trastorno bipolar y sobre la teoria del desbalance quimico, adicionalmente si se quiere ver una ampliación sobre el tema recomiendo los otros dos documentos científicos que están en las páginas anexas de este blog la del Dr Carver y la del Dr Florian.

Como también habia dicho las entradas sobre la teoría del desbalance químico parteIparteII, aunque la medicina haya avanzado en la explicación detallada de las causas de los problemas de la mente, todavía mucha de la medicina psiquiátrica se viene aplicando, igual a la medicina del resto del cuerpo unos 100 años atras pero esto no quiere decir que no sea científica.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Preguntas y respuestas sobre el trastorno bipolar I



Estoy iniciando un nuevo trabajo temporal en mi campo profesional, por un mes pero con ingresos como para tres meses, esto tiene su parte buena como su parte mala, lo bueno pues voy a estar ocupado nuevamente en algo sobre lo que tengo capacidades y experiencia técnica, y no voy a estar trabajando en otras labores diferentes que cuando uno esta de freelance (traducido al español significa estar en el rebusque), toca realizar porque hay que ganarse el pan.

Veo que cada vez que entro a laborar formalmente y sobre todo en cuestiones profesionales, mi estado de ánimo tiende a alborotarse, porque corresponde a cambios en mi estilo de vida al pasar de estar desempleado o en el rebusque a estar trabajando formalmente y con responsabilidades grandes, adicionalmente como casi siempre son trabajos cortos, hay que empezarlos y terminarlos en tiempos específicos y muchas veces con premuras, cosas de lo que se hace o de lo en que uno trabaja, que no es lo mas recomendable para uno como bipolar, a pesar de sentirme con tendencia a acelerarme voy concientizarme y no dejar que pase a un estado de desequilibrio, necesito estar bien.

Encontré en una de las versiones del libro sobre trastorno bipolar de: Eduard Vieta, Francesc Colom y Anabel Martinez Aran, un aparte muy interesante que es el correspondiente a preguntas y respuestas respecto a lo que es el trastorno bipolar, muchos de estos interrogantes los tuve antes de saber que padecía de esta enfermedad y no encontraba claridad, ahora que estoy diagnosticado y encuentro esta información, me lamento por no haberla conocido tiempo atrás, pues me hubiese ahorrado parte de mis problemas pasados, pero no se debe llorar sobre la leche derramada, se debe seguir sin pensar en lo que no se hizo, voy a empezar con algunas de ellas transcribiendo lo que se presenta en el libro, con mis aportes y críticas al respecto, como también si alguien que lea el blog quiere hacer aportes o criticas podrán enriquecer este blog y serán tenidas en cuenta para las siguientes entradas.

las primeras dos preguntas escogidas al azar

Primera:
"¿Hay algún tipo de película o lectura que no se recomiende a una persona deprimida o maníaca?

En principio puede leerse o verse cualquier tipo de libro o película. No obstante, es preferible evitar aquellas lecturas o películas que por cualquier motivo puedan generar angustia o ansiedad en la persona, sobre todo durante un episodio o una fase prodrómica, ya sea porque su contenido haga que aún se deprima más (p. ej., porque habla del suicidio, de existencialismo o de la pobreza y la crueldad del mundo) o bien porque despierte ideas extrañas o impropias (p. ej., esoterismo).

Tampoco son recomendables aquellas películas con un grado considerable de violencia, en especial cuando la persona se halla en un estado irritable u hostil notable, con síntomas de autoagresividad o heteroagresividad.

Por otro lado, cuando el paciente tiene dificultades para concentrarse es mejor buscar libros de lectura más fácil, como por ejemplo novelas cortas, ligeras y entretenidas, y evitar los estilos de narración o argumentos difíciles de seguir por su complejidad. Es más aconsejable intentar adaptarse a lecturas más simples que abandonar radicalmente la actividad de lectura por problemas de concentración o de memoria, ya que dichos procesos cognitivos se facilitan y mejoran con la práctica de la actividad."

En mi caso pienso que se tiene mucha razón en lo que plantea el libro, sin embargo, en lo que se refiere a que no se debe leer sobre esoterismo se debiera plantear que no debiera leerse en ningún caso, ni estando aliviado o en fase estable, porque leer de esos temas es una verdadera pérdida de tiempo.

Respecto a lecturas o películas con violencia o dramáticas, con temas existencialistas que traten el tema de suicidio u otras cuestiones parecidas, estoy de acuerdo que se debe evitar verlas en crisis tanto de manía como de depresión porque pienso es como echar sangre en una herida, en mi caso cuando no tenía conciencia de que era bipolar buscaba en etapas de crisis este tipo de lecturas o películas y no me iba realmente bien. 

Segunda:
"¿Qué medidas prácticas puedo tomar para evitar los grandes gastos que llevo a cabo durante las fases maníacas?

Uno de los síntomas que habitualmente manifiestan los pacientes durante las manías y las hipomanías son los gastos exagerados e incontrolados que pueden generar, como consecuencia, deudas y dificultades monetarias posteriores.

Muchas veces los objetos que se compran son innecesarios (veinte pares de zapatos, antigüedades caras, regalos para otras personas...) o, incluso, una vez comprados, al día siguiente pueden parecer horribles.

Por lo tanto, conviene tomar algunas medidas ante el riesgo de gastar mucho dinero:
– Llevar poco dinero encima cuando se sale a la calle.
– Dejar la tarjeta de crédito en casa.
– Consultar a alguien de confianza, familiar o amigo, antes de realizar la compra.
– Posponer la compra hasta el día siguiente para ver si sigue siendo una buena idea y si realmente merece la pena llevar a cabo dicho gasto, es decir, no actuar de manera impulsiva.
– Pedir a alguien de confianza que controle el dinero y «racionalice» los gastos mientras uno sea incapaz de hacerlo.
– Pedir al banco que bloquee la cuenta bancaria durante los períodos de riesgo."

Estoy plenamente de acuerdo con lo que plantea el libro, en mi caso aun antes de saber de mi bipolaridad hacia lo que se plantea aquí, lo descubrí por intuición, cuando estoy sintiéndome hacia la manía delego a la persona mas allegada el manejo de mis finanzas y de mi dinero, porque en mi crisis mayor no pare de comprar hasta que me gaste el último centavo que tenía y estuve casi hasta aguantando hambre porque me vi en un  lugar extraño y lejano a donde vivía y no tenía como comprar al menos algo para comer, si no es porque mis padres me recogen, no se hasta donde habria llegado porque llevaba un tiempo ya sin un peso.

bueno pienso ir colocando de a dos y tres preguntas en cada entrada para irlas digiriendo y comentando con los lectores si alguien me ayuda en esto.



sábado, 3 de noviembre de 2012

Como ve la sociedad a los que sufrimos de trastorno bipolar

Nos hallamos en una sociedad muy ignorante en lo que respecta al trastorno bipolar y otras enfermedades mentales, adicionalmente se tiene la desinformación de los medios que se ven a diario donde no ayuda demasiado la imagen que dan las películas y las series de televisión, donde suele presentarse al enfermo mental como un criminal sanguinario que hace daño sin motivo; o la imagen de los psiquiatras, a quienes se considera carceleros malvados, cuando no personajes misteriosos que adivinan el pensamiento de la gente sólo con verla.

Todo esto sólo lleva a estigmatizar a la persona que sufre algún tipo de enfermedad psíquica, de modo que son pocos quienes admiten que padecen alguna o que no ocultan que van al psiquiatra.

La gente desconoce que un 25 % de la población sufre algún tipo de trastorno mental. Lo que ocurre es que las enfermedades psíquicas, como las físicas, pueden ser más o menos graves. Del mismo modo que alguien puede tener un resfriado, en psiquiatría hay trastornos leves que se curan muy fácilmente y sin dejar secuelas; otras afecciones crónicas, como la hipertensión o la miopía, no es fácil que lleven al afectado a sentirse estigmatizado, tal como ocurre con patologías mentales menos equiparables, como por ejemplo el trastorno bipolar.

Es fundamental iniciar un proceso de educación y concienciación social que permita superar la ignorancia y los prejuicios de la mayor parte de la población ante los trastornos mentales.

Lo mas común es la creencia de que una enfermedad mental conlleva perder la razón para siempre de una forma totalmente imprevisible y peligrosa, si no es porque sufrí en primera persona trastorno bipolar, no me hubiera informado lo suficiente y hubiese tenido la claridad que tengo actualmente, esto porque no hay una suficiente divulgación clara y verdadera  al respecto.

La mayoría de las personas que nos rodean no entienden que tener fobia a volar, por ejemplo (es decir, un temor invencible a ir en avión), ya se considera un trastorno mental; no entienden que todos estamos expuestos a sufrir depresión o a que se nos manifieste algún otro tipo de enfermedad psíquica en estado latente; no entienden que el individuo que durante una fase depresiva presenta síntomas de haber perdido la razón, sólo unos días antes era una persona de quien ellos dirían que es «normal y corriente», y que con el tratamiento volverá a serlo; no entienden que una enfermedad mental es igual que una enfermedad física, pero que sus síntomas en lugar de ser un cambio en el color de la piel (p. ej., ponerse amarillo) son de tipo conductual, porque el órgano afectado es el cerebro y éste se encarga de regular la conducta.

Lamentablemente, aún no ha llegado el día en que pueda hablarse tranquilamente con un conocido del hecho de haber estado ingresado por una fase maníaca debida a un trastorno bipolar, del mismo modo que lo haría quien explica que ingresó por una insuficiencia respiratoria, a causa del asma bronquial, o por una angina de pecho, como resultado de una enfermedad coronaria.

Las autoridades sanitarias, los medios de comunicación, los profesionales de la salud mental y la sociedad civil, en forma de asociaciones de afectados, tenemos una gran tarea a realizar en este aspecto. No basta con lamentarse de las injusticias sociales; debemos trabajar para combatirlas.


jueves, 25 de octubre de 2012

No, no estoy triste

Hace unos pocos días cuando me encontraba en un episodio de mi enfermedad, mi esposa me dijo, estas aburrido, te veo una cara de tristeza, ¿Porque estas asi? le dije: No, estoy deprimido que es diferente.

Pienso que es difícil explicar este sentimiento, mi vida como tal a pesar que todo no es color de rosa marcha bien por el momento, pero mis sentimientos pareciera que expresan lo contrario, he aprendido a diferenciar estos sentimientos, a pesar que son muy parecidos, se puede decir que casi son iguales, cuando estoy triste a cuando estoy deprimido;

Cuando me siento mal analizo mi entorno, mi situación económica, mi trabajo, mis relaciones familiares y deduzco que al estar estas de buena forma el hecho de sentirme mal, es por algo interno que no hace que sienta como deba sentir por lo tanto deduzco que estoy es deprimido.

También pasa lo contrario, es posible estar en un episodio maníaco y a la vez estar triste, cuando murió mi padre hace poco, entré en hipomanía y en un acelere horrible, pero no paraba de llorar y estar terriblemente triste porque lo perdí y lo quería demasiado.

Muchas veces comparo el estado maníaco al estado provocado por las drogas psicoactivas, crean estados de euforia temporales a pesar que una persona pueda estar en una sensación de tristeza profunda.

Pienso que por eso el trabajo de un psicólogo no funciona muy bien para el caso del trastorno bipolar para tratar casos de depresión bipolar, porque un psicólogo puede ayudar a mejorar el ánimo cuando las condiciones personales son complicadas, llevándote a descubrir cual es la causa del sentimiento y cuando esta es provocada por algo tangible, atacar ese hecho, llegando a solucionarlo, por lo tanto mejorando las condiciones externas se termina el sentimiento negativo, en el caso del trastorno bipolar aun cuando las condiciones externas se mejoren o estén bien es casi seguro que la depresión continúe.

Pasa muy a menudo que se pueden tener condiciones externas e internas difíciles y es un coctel muy fuerte, muchas veces el trastorno bipolar te lleva que nuestro problema interno, nos lleve a problemas externos, ej: Una crisis te puede llevar a perder un amigo, un amor o un trabajo y ahi la cosa se complica, un psicólogo te puede ayudar a superar la crisis por la pérdida externa, pero sin un trabajo psiquiátrico no se mejorará la situación interna que es la causada por el trastorno bipolar.

lunes, 22 de octubre de 2012

MI PROBLEMA MENTAL


De pronto para la mayoría que leen o hayan leido mi blog, ya conocen este texto pues lo pongo en el lado derecho del blog, pero para muchos puede ser algo nuevo pues si solo ven las entradas como tales no conocen estas letras, ademas pienso que los buscadores lo enlazan mas fácilmente si esta como un post mas.

Cosas mías, parte de mi paranoia, dentro de mi trastorno bipolar.

MI PROBLEMA MENTAL

Son una serie de sentimientos encontrados que se desencadenan en situaciones de crisis personales que me acompañan desde que tenía 16 años, que para mi fue el momento en que llegue a una crisis psicótica(era como un loco, hasta un amigo me dijo loco en la cara), he sido tratado por médicos de la mente (llámense psiquiatras, psicólogos, psicoterapeutas etc), tal vez en otro tiempo podría estar completamente loco o sin estarlo ser considerado loco y vivir abandonado en un manicomio o estar vagando por las calles a lo mejor sintiéndome bien así, pero aislado del mundo, o de pronto; habría que tenido que afrontar por mi mismo la situación y la habría resuelto a mi manera.
A pesar de que es posible que para los psiquiatras que me trataron, sobre todo en mi crisis fuerte tenían algo claro mi enfermedad (para 1983 era un enfermo mental maniaco-depresivo), pero para mi era todo un dilema que a no ser por internet difícilmente habría encontrado la claridad que hoy tengo sobre mi estado mental.
Durante mucho tiempo conviví con mi problema mental sin darme cuenta, o mas bien sabiendo que padecía de algo pero tratando de no darle importancia, por lo que no me atormentaba demasiado por ello, a menos que estuviera en una crisis, adicionalmente la mayor parte del tiempo parezco una persona normal con o sin tratamiento y solo ante unos pocos he parecido como un loco o enfermo mental.
Claro que lo anterior no me salvo para que mi crisis mayor y otras menores me causaran muchos problemas, perdiera personas que amaba, posibilidades laborales y me convirtiera en una fuente de sufrimiento para mi familia, pero a pesar de eso sigo vivo y además optimista de que puedo estar tranquilo aun padeciendo trastorno bipolar.
En la antigüedad y aun hoy en día muchas personas sufren de problemas de la mente sin saberlo o sintiendo que tienen algo pero sin darle importancia, eso les pasaba o les pasa a los bipolares y muchos vivieron o viven felices o no, sin saber que significaba o significa trastorno bipolar, es mas esta enfermedad en la antigüedad ni siquiera existía (antes o una persona estaba loca o era normal, de pronto sufría crisis de locura y volvía a la normalidad pero no existía la enfermedad como es hoy, ademas como no era tratada con drogas que la modifican esta no presentaba las condiciones de lo que es hoy el trastorno bipolar).
Mi problema mental ha estado últimamente bajo control, muchas veces con ayuda de médicos, con medicamentos, otras solamente por mi experiencia, se un poco más de como es, por lo que trato de mantenerme en equilibrio y cuando tengo los primeros síntomas de un desbalance, he sabido como pararlos, aunque sintiendo los efectos de un sube y baja emocional que me hace sentir realmente mal y para mi fortuna hasta ahora he logrado cortar el avance hacia una crisis mayor, la cual no he vuelto a tener.

miércoles, 17 de octubre de 2012

En ciclado rápido

Estoy algo maníaco y ansioso a pesar de estar tomando puntualmente mi medicamento para estabilizar el ánimo.

Comparativamente con la época que no tomaba medicamentos de control, mi situación esta mejor,  cuando yo llego a una situación de desbalance los sentimientos tanto de manía como del lado depresivo son menos fuertes, adicionalmente se presentan mas espaciados en el tiempo.

Desde hace una semana vengo sintiendo de nuevo algo de manía despues de dos días de insomnio y de antes haber estado deprimido, son sensaciones mezcladas, configurándose  un episodio de lo que se denomina ciclado rápido.

Parece que mi enfermedad sigue su curso, aún tomando droga de control, de pronto los desbalances son menos fuertes pero siguen presentándose, adicionalmente se logra su control mas o menos pronto y no he vuelto a tener problemas serios debido a mi bipolaridad, no se si sea la situación mas ideal para mí o de pronto se pueda mejorar aumentando dosis de medicamentos.

Soy  bastante reacio a los medicamentos aunque a veces pienso que son muy necesarios, probé mucho tiempo sin ellos y logré sobrevivir, pero de mala manera, con desbalances fuertes que se puede decir son crisis mentales, llegando hasta estados psicóticos que pude disimular y no tener que llegar a volver  a internarme pero causándome grandes daños y afectando las relaciones con mis allegados.

Ahora que estoy tomando medicamentos por un tiempo que se puede decir largo, me he sentido mejor y adicionalmente he logrado superar los efectos secundarios que sentía en un principio, aunque pueden ser de afectaciones no muy perceptibles o imperceptibles pero están ahí, que espero sean preferibles a los desbalances mentales como pienso que lo son.

Hace cuatro días tuve una noche de insomnio para al día siguiente empezar la hipomanía, situación agradable, donde me siento bien pero que en el fondo cuando lo razono se que no es algo conveniente.  Para parar el proceso tome antes de dormir las gotas que me quitan el insomnio, lo que hace que al día siguiente este menos ansioso y menos acelerado, pero siento que todavía estoy hipomaníaco por lo que espero seguir en este esquema hasta sentirme estable.

Estoy pendiente de una nueva cita con el psiquiatra pero mientras tanto estoy manejando la situación, si veo que no lo logro tendré que pedir ayuda mediante una cita urgente pero espero no tener que llegar a necesitarla, pero si no logro estar estable en los proximos días no dudaré en hacer lo que sea para evitar que mi situación se vuelva mas crítica.

Nota: Después de haber escrito esta nota, hoy 22 de octubre de 2012 me encuentro estable nuevamente, después de terminar una semana tomando las gotas para dormir y sin dejar de tomar puntualmente el medicamento de control.





miércoles, 26 de septiembre de 2012

Historia de un bipolar



Navegando por Internet, no precisamente en páginas y blogs de bipolaridad, si no en páginas de literatura que es uno de mis entretenimientos, encontré esta historia, es la de un escritor moderno que sufre esta dolencia que nos aqueja.

Aquí se tiene el vinculo a su articulo Historia de Un Bipolar que es la autobiografía de su autor en lo que se refiere a nuestra dolencia mental, según se dice en esta historia la vida para él es bastante difícil y tuvo que pasar por situaciones bastante extremas, muchas causadas por su problema mental y otras por situaciones de la vida cotidiana que no tienen que ver con la bipolaridad.

El texto completo a continuación:


"Rafael Narbona: Historia de un bipolar


Hasta ahora he escrito sobre el trastorno bipolar en términos poéticos, intentado mostrar que a veces la belleza se inmiscuye en el dolor y transforma el abatimiento y la euforia en experiencias que trascienden los límites del lenguaje y la razón. Ser bipolar significa transitar por una extraña penumbra sacudida por tempestades de claridad. Las palabras apenas logran reflejar esas convulsiones, que convierten la vida del bipolar en un ejercicio de funambulismo, donde cada paso entraña el riesgo de caer al vacío.

Sin embargo, hoy quiero hablar de la psicosis maniacodepresiva (no conviene olvidar el nombre primitivo de la enfermedad) desde una perspectiva más apegada a los hechos, conteniendo el aliento lírico y las figuras retóricas. Hace dos noches sufrí un feroz insomnio que sólo cedió hacia las cinco de la madrugada con veinte gotas de lormetazepam. Mi mente era incapaz de apaciguarse después de leer algunas notas de prensa sobre el caso de José Bretón, el presunto filicida que ha movilizado a la España negra, hambrienta de patíbulos y venganzas. Algunos periodistas especulaban sobre un posible trastorno bipolar en el sospechoso, preguntándose si esa patología habría influido en su comportamiento. Los psiquiatras alertaban sobre el riesgo de asociar enfermedad mental y violencia, descartando -además- que José Bretón sufriera esa patología. Consideraban más adecuado hablar de una “personalidad anómala, con rasgos de psicopatía” y pedían a la prensa que actuara con prudencia y responsabilidad, evitando dañar la imagen de un colectivo abocado a luchar contra los desarreglos de su sistema límbico. Cada vez soy más escéptico con las explicaciones estrictamente psicológicas. No creo en el psicoanálisis y entiendo que la terapia cognitivo-conductual sólo desempeña un papel auxiliar respecto a la medicación. El trastorno bipolar es una enfermedad biológica. Se desconocen las causas exactas, pero todo apunta a factores genéticos hereditarios. De hecho, suele afectar a varios individuos de la misma familia. Ahora sé que Juan Luis, mi hermano mayor, padecía esa patología. Se suicidó a los 40 años después de un brote de manía que devastó su vida familiar, laboral y social. Sus bruscos cambios de humor, su mezcla de extroversión y ensimismamiento, sus crisis de insomnio alternadas con períodos de acusada somnolencia, sus tendencias autodestructivas y su inestabilidad emocional, despejan cualquier duda sobre un diagnóstico que sólo llegó a formularse después de su muerte. En los años ochenta, aún no se hablaba de trastorno bipolar y mi hermano jamás acudió a un psiquiatra. Entre el 25% y el 30% de los bipolares se suicidan, casi siempre después de varios intentos fallidos. Se estima que el tratamiento psicofarmacológico y el apoyo social y familiar disminuyen notablemente el riesgo. Sin embargo, los afectados a veces no se dejan ayudar, aislándose de sus seres queridos y rehuyendo el contacto social.

Mi hermano jamás se comportó de forma violenta. Ni siquiera era aficionado a discutir o a levantar la voz. Cuando surgía un conflicto, se aislaba del mundo. No abría la puerta, no respondía al teléfono, bajaba las persianas hasta dejar la casa en penumbra y se parapetaba en el silencio. Pasaba las horas tumbado en el suelo, escuchando música y encendiendo un cigarrillo tras otro. A veces lloraba, pensando que nadie le escuchaba, pero si se hallaba en nuestra casa familiar y alguien acudía a consolarlo, respondía con frialdad, fingiendo que sólo se encontraba de mal humor. El 2 de junio de 1982 enterró la cabeza en un horno de cocina y abrió las espitas del gas. En esa fecha se cumplían diez años de la muerte de nuestro padre por un infarto de miocardio. Aún no sé explicar por qué eligió ese día. ¿Pretendía decirnos algo? ¿Quería resolver de alguna manera los conflictos que les separaron en vida, levantando entre ellos un muro de incomprensión? Se querían mucho, pero les tocó vivir una época de cambios y penurias. Ahora los dos descasan en el Cementerio de la Almudena. Yo los visito de vez en cuando. Tuve la desgracia de presenciar la muerte de ambos. El corazón de mi padre se rompió mientras hablaba con mi madre y conmigo. Con un problema de coronarias, llegó a casa agotado y se tumbó a dormir una pequeña siesta antes de comer. Yo me senté a los pies de la cama y mi madre bajó la persiana. Un breve y sobrecogedor ronquido nos heló el alma. No sirvió de nada tener un vecino cardiólogo. Todos los intentos de reanimación fracasaron. Aún faltaban cuatro meses para que yo cumpliera nueve años, pero la muerte me enseñó ese día que no es posible ignorar su llamada. Una década más tarde giraba la llave del apartamento de mi hermano con el corazón encogido por el olor a gas. Tuve que empujar con fuerza la puerta de la cocina, pues unas toallas y una mesa habían bloqueado el acceso. Cuando al fin logré entrar, mis ojos se desviaron del cuerpo arrodillado de Juan Luis y se fijaron en los cristales rotos por la explosión de gas. Durante unos instantes, no reparé en otra cosa. Ni siquiera me inquietó el silbido de las espitas que continuaban liberando su carga letal. Parecía que sólo existían esos cristales, con sus aristas afiladas y la pared del patio que se vislumbraba al otro lado, una superficie llagada y con manchas de humedad que, según mi hermano, se parecían a un lienzo de Pollock. Incapaz de reaccionar de manera racional, observé que Juan Luis estaba descalzo y me pregunté si no debería buscar unos zapatos y unos calcetines. El cerebro a veces dibuja extrañas piruetas para no enfrentarse a un dolor inaceptable. No soy capaz de reproducir con exactitud los momentos ulteriores, pues mi mente se debatía entre la desolación, el llanto, el desamparo y el sentimiento de irrealidad.

Juan Luis perdió a su madre a los nueve años. En mi familia, proliferan las simetrías. No creo que exista un orden secreto en el mundo, pero sí una recurrente fatalidad. Juan Luis y yo conocimos la orfandad a una edad prematura y eso marcó nuestras vidas. Mi padre se casó unos años más tarde con mi madre, trece años más joven. El matrimonio se enfrentó a muchas dificultades. Mis abuelos maternos nunca contemplaron con agrado la relación por razones que aún desconozco. Siempre he sospechado que se hicieron amantes antes de casarse, algo intolerable para la mentalidad de una época bajo el dominio de la Iglesia católica, fiel aliada de la dictadura del general Franco. Juan Luis y mi madre se entendieron bien. A veces salían juntos, mientras mi padre se quedaba en casa escribiendo una columna periodística, un ensayo o una de sus novelas. Solían ir a un cine de la Gran Vía y, al acabar la sesión, merendaban en una cafetería del barrio de Argüelles, casi siempre tortitas con nata y chocolate. Al parecer, todo discurría con la normalidad previsible en una familia de clase media en la España de los cincuenta. Los problemas comenzaron cuando nació mi hermana Rosa. Poco después del alumbramiento, mi madre cayó en una terrible depresión que no respondió a ningún tratamiento. Durante meses, experimentó crisis de llanto y ansiedad, sin que nada mitigara su profunda tristeza. Cuando dos o tres años más tarde, descubrieron que Rosa sufría síndrome de Turner y que eso significaría esterilidad, un crecimiento inferior al normal y algunas complicaciones adicionales, mi madre mejoró transitoriamente, tal vez empujada por la necesidad de cuidar a su hija enferma, pero jamás recuperó la alegría de sus primeros años de matrimonio ni de una niñez rota por la guerra civil. Actualmente, con 87 años, la depresión sigue a su lado. Aunque a veces parece alegre y extrovertida, los ataques de ansiedad, la tendencia a llorar y la desesperanza han desplazado al resto de las emociones. Al despertar, su abatimiento es muy acusado, pero hacia la caída de la tarde mejora un poco. Mi hermana Rosa ha cumplido 56 años. Es profesora de biología y, al igual que Marie Blanchard, ha soportado las burlas crueles de los alumnos por su baja estatura y por una notable cojera que ha dañado gravemente su cadera. Sin posibilidad de engendrar hijos, permanece soltera y la tristeza la devora por dentro. Aguarda la vejez con un creciente miedo a la soledad y cierto rencor hacia un mundo que –en muchas ocasiones- le ha escatimado afecto y solidaridad.


Mi hermano comenzó a mostrar síntomas de inestabilidad en la adolescencia, pero se atribuyeron a la rebeldía y el inconformismo y se les restó importancia. Sin embargo, no era simple rebeldía, sino una dramática incapacidad de controlar sus emociones, que le impulsaban hacia crestas de euforia y luego le pisoteaban con ensañamiento. Sus relaciones de pareja fracasaron una tras otra, no finalizó sus estudios universitarios, pasó un año en Carabanchel acusado de pertenecer al FRAP, no sin haber sido antes interrogado y torturado; viajó por toda Europa, a veces sin blanca y sin permanecer mucho tiempo en ningún sitio. Cuando regresó a España, se casó con Inek, una holandesa muy dulce. El matrimonio duró poco tiempo. El nacimiento de un niño no mejoró la relación, que se rompió a los pocos años. Nuevas relaciones sentimentales, nuevos fracasos, problemas laborales, altibajos emocionales sin tregua y, por último, el suicidio, casi anunciado por la inestabilidad de las últimas semanas, cuando el insomnio se hizo crónico y la voluntad de estar aislado inquebrantable. Sin embargo, esa misma mañana recogió la ropa del tinte. ¿Por qué? ¿Acaso hay algún vínculo incomprensible entre lo banal y lo trágico?

Hasta los ocho años, fui un niño alegre y comunicativo. Pasaba muchas horas con mi padre y se me contagió su forma de hablar, lo cual hacía mucha gracia a los que me escuchaban, pues utilizaba términos impropios de mi edad, cuyo significado ignoraba, pero que me gustaban por su sonoridad y por el misterio que acompaña a las palabras desconocidas. Después de la muerte de mi padre, cambió mi forma de ser. En el colegio, mis notas empezaron a imitar los picos y caídas de un trompetista de bebop, con un estilo frenético y accidentado, aficionado a las notas estruendosas y a los silencios dramáticos. En algunas evaluaciones suspendía todas las asignaturas, pero en el trimestre siguiente las recuperaba y obtenía sobresaliente en todas las materias, exceptuando matemáticas, donde raramente superaba el notable. Con los profesores me mostraba rebelde y desafiante, acumulando castigos y expulsiones. No era aficionado a las gamberradas, pero sí a desobedecer y a cuestionar las normas, rebelándome sistemáticamente contra cualquier forma de autoridad. El psicólogo del colegio se entrevistó conmigo, sometiéndome a una sesión de test y preguntas. Después de examinar los resultados, me dijo que tal vez sufría un trastorno límite de la personalidad. “No aprecio agresividad, pero sí mucha inseguridad y un marcado narcisismo que intenta compensar el miedo al rechazo. Si no aprendes a controlar tus emociones, malograrás tus enormes posibilidades. Tienes un cociente intelectual de 154. Intenta aprovechar tu vida”.  Mi madre se mostró partidaria de acudir a un psiquiatra, pero yo me negué. Sólo consiguió que hablara con un médico amigo de la familia, que me recetó ansiolíticos y me aconsejó visitarle una vez por semana. Angustiada y preocupada, mi madre intentó convencerme, pero yo sólo cedí cuando su enfado se hizo monumental e incluyó la posibilidad de castigos como no salir los fines de semanas o retirarme temporalmente mi preciada colección de vinilos. Asistí a la primera cita, pero a partir de la segunda comencé a mentir, escapándome a la Tony Martin, una tienda de discos situada cerca de Plaza España, o al Parque del Oeste, con un libro en el bolsillo. Recuerdo que en esos momentos leí El arpa de hierba, de Truman Capote, El árbol de la ciencia, de Pío Baroja y Thomas el impostor, de Jean Cocteau, identificándome con sus personajes, donde apreciaba los mismos rasgos que me atribuían: inadaptación, pesimismo, rabia, desesperanza, fantasías desbocadas y cierta fascinación por la muerte. De hecho, Andrés Hurtado se quita la vida con veneno. Al encontrar su cuerpo, comentan: “Ese muchacho no tenía fuerza para vivir. Era un epicúreo, un aristócrata, aunque él no lo creía”. Pensé que esas palabras me pertenecían, pues la idea del suicidio ya rondaba por mi cabeza.


Cuando mi madre se enteró de que no acudía al psiquiatra, se disgustó, pero decidió no insistir más, pues opinó que no obtendría ningún beneficio acudiendo a las sesiones por la fuerza. Pensó que el tiempo tal vez me haría comprender la necesidad de pedir ayuda, si mi estado no mejoraba. Entre los dieciséis y los veintidós años, los altibajos emocionales y los pensamientos suicidas marcaron mi existencia. Fueron los años de la movida, con sus excesos letales: alcohol, heroína, sexo con desconocidos, SIDA. Salvo algún momento de alivio obtenido gracias a la literatura, el cine o la música, finalicé el bachillerato e inicié la carrea con un ánimo sombrío, pensado que sólo la muerte podría proporcionarme una paz definitiva y verdadera. El suicidio de mi hermano cuestionó esos pensamientos, enseñándome que el suicida que se mata, de alguna manera también mata a los otros. Es una especie de asesino que no calcula las consecuencias de sus actos. Conocer a mi mujer en 1985 me hizo contemplar el futuro con esperanza, pero la dicha apenas duró un tiempo. A los seis meses, sufrió un brote psicótico que nos reveló la impotencia del ser humano frente al determinismo biológico. Mi novia era una chica de 24 años, con unos bellísimos ojos azules y una cara de rasgos simétricos y delicados, una joven estudiante de filosofía inteligente, alegre y combativa, con grandes dosis de ternura y solidaridad y la ambición de ser profesora, que se desmoronó cuando empezó a escuchar voces en su interior y a no ser capaz de diferenciar sus delirios de la realidad objetiva. Al principio, alentamos la esperanza de una curación completa, pero la esquizofrenia paranoide no se cura. Se puede luchar contra sus síntomas e intentar hacer una vida relativamente normal entre una crisis y otra. Eso es todo. Mi mujer ha sufrido catorce crisis en veintisiete años. Nos casamos en 1991. A pesar de las recaídas, hemos sido muy felices, pero cada brote ha sido como un terrorífico zarpazo, que nos ha hecho conocer las formas más aciagas de la desesperación. Las crisis duran meses y, en los momentos más agudos, se interrumpe la comunicación, pues las alucinaciones se convierten en estímulos mucho más poderosos que el mundo real. En una ocasión, el silencio se prolongó cinco meses. Cinco meses de silencios y de miradas que resbalaban una sobre otra, sin lograr un ápice de entendimiento. Durante las crisis, nos limitábamos a pasear o a sentarnos en una cafetería, sin intercambiar palabra. En estos tres últimos años, la enfermedad se ha olvidado de nosotros, pero eso no significa que no pueda reaparecer. Y, en cualquier caso, la medicación no puede retirarse, un cóctel de pastillas que produce somnolencia, rigidez muscular, sobrepeso y cierta introversión. Nunca pudimos plantearnos la posibilidad de la paternidad, pues el embarazo es incompatible con la medicación y los estrictos criterios de adopción excluyen a los padres con cualquier clase de patología mental. Prefiero no entrar en el debate sobre los tratamientos alternativos, pero casi tres décadas de experiencia con la enfermedad mental me han enseñado que sin los modernos psicofármacos, los afectados se extraviarían en la trama de sus alucinaciones, perdiendo sin remedio la razón, la libertad y la voluntad, convirtiéndose en zombies, es decir, en muertos vivientes, algo mucho más doloroso e inaceptable que la muerte física.

La tristeza me acompaña desde los ocho años, pero la depresión me golpeó con fuerza por primera vez en 1996. Estaba en mis genes, aguardando el momento oportuno. Una recaída de mi mujer y el fin de la beca que nos sostenía actuaron como detonante. Perdí el interés por todo y una vez más me sentí atraído por la muerte. Me diagnosticaron una depresión mayor y me recetaron pastillas, pero no me limité a la dosis prescrita, sino que las utilicé para prolongar mis horas de sueño. Huía del mundo, huía de mi mismo, no me preocupaba no despertar. Mis excesos me llevaron a urgencias en varias ocasiones. Un brote de manía borró la tristeza de un plumazo. De repente, ya no deseaba dormir, sino permanecer despierto y emprender nuevos proyectos. Hablaba sin parar, establecía nuevas amistades, salía de la cama a las cuatro de la madrugada y empezaba a escribir compulsivamente, las horas se esfumaban a una velocidad vertiginosa. En ese estado de euforia, me sentía feliz y realizado. Por fin había superado todas mis inhibiciones y nada parecía imposible. La manía finalizó abruptamente y reapareció la depresión. En mi caso, los cambios de humor se producen a una velocidad vertiginosa. Soy un ciclador rápido. Tal vez eso explique que sacara fuerzas para presentarme a las oposiciones de filosofía de enseñanza secundaria. Mi mujer y yo habíamos disfrutado de una beca de investigación gracias a nuestros expedientes académicos. Piedad trabajó como bibliotecaria y documentalista entre 1992 y 2008. Después, se jubiló anticipadamente por enfermedad y ahora cobra una pensión. Yo aprobé las oposiciones con el número uno, gracias a una disertación sobre “Los límites del conocimiento y el problema de lo irracional”. Siempre me he llevado bien con los alumnos. Conservo muchos recuerdos, casi todos regalos de fin de curso: placas, libros, tarjetas llenas de dedicatorias, plumas, llaveros, figuras e incluso una navaja de diez centímetros de hoja, que me regaló un alumno particularmente conflictivo. En esos años, logré mantener la enfermedad relativamente controlada, si bien nunca desaparecieron los altibajos o los problemas para dormir. Aunque respetaba las pautas de medicación, los síntomas persistían atenuados. Mi psiquiatra sostenía que me había estancado en un estado mixto y que sólo se podía hablar de remisión incompleta.

A principios del curso 2003 pensé que podía prescindir de la medicación. Me sentía bien y con ganas de no ser el esclavo de unas sustancias químicas con unos efectos secundarios muy desagradables. Dejé las pastillas y a los pocos días apareció la manía, con su corte de calamidades. Adelgacé veinte kilos en un mes, inicié varios proyectos disparatados, reduje mi descanso nocturno a cuatro horas de sueño, me acostumbré a viajar por la autovía a más de 160 km/h y creí enamorarme de otra persona mucho más joven, pero no menos desequilibrada e increíblemente dañina. La relación se caracterizó por las discusiones, los chantajes, las reacciones histéricas, la dependencia enfermiza y los sentimientos de culpabilidad. Mi amante me presionó hasta lo inverosímil para que me separara, pero yo no cedí y ella me dejó al cabo de unos meses de peleas, reproches y desencuentros. No creo que ese incidente refleje mi personalidad, pues nunca había hecho nada semejante y me encontraba en pleno brote de manía, sin medicación ni supervisión psiquiátrica. La culpabilidad no se ha apagado diez años después, pese a que mi mujer me ha perdonado y jamás me ha recriminado lo sucedido. Al igual que en las telenovelas, las historias nunca acaban del todo. Hace unos meses, mi amante reapareció y me propuso una cita para hablar como amigos. Nos reunimos en una cafetería y me contó lo que le había pasado en esos años. Había mantenido dos relaciones fallidas con dos hombres que casi le doblaban la edad. La primera duró tres años y se deshizo después de muchos conflictos y discusiones. La segunda finalizó con un desenlace trágico. Un hombre de unos 50 años dejó a su mujer e hijos para marcharse con ella. Tres años más tarde, escogió el 25 de diciembre para volarse la cabeza en un parque, con un pistola de tiro olímpico, pues practicaba ese deporte. No advertí en el relato dolor, compasión o desgarro, sino una mezcla de frialdad y rabia. Pensé que yo habría acabado del mismo modo, si hubiera cometido idéntico error, separándome de mi mujer para iniciar una nueva vida con una joven de veintidós años.

Entre el 2004 y el 2010, seguí trabajando y escribiendo para El Cultural, Revista de Libros y otras publicaciones. Por fin, los psiquiatras decidieron que yo no sufría una depresión, sino trastorno bipolar de tipo I y que no lograba superar un estado mixto con cuadros de ciclación rápida. A pesar de mantener mis actividades cotidianas durante ese período, intenté quitarme la vida en cinco ocasiones. La tentativa del 6 de enero de 2006 fue la más dramática, pues sólo la rápida intervención de una UVI Móvil evitó mi fallecimiento. No sé si se trató de una simple alucinación, pero durante el trayecto hacia el Hospital de la Paz experimenté una visión cenital de mi propio cuerpo. Sentí que mi conciencia observaba desde fuera, con la indiferencia de un forense que observa un cadáver diseccionado. Mi estado de ánimo no mejoró hasta el 2010, cuando comencé a escribir un blog. Hasta entonces, había elaborado centenares de críticas literarias y sólo unos pocos textos de creación, que acumulaban polvo en un cajón. El blog, INTO THE WILD UNION, tuvo un éxito inesperado. En algo más de dos años, ha conseguido 1600 seguidores. No pensaba que el blog, orientado a promover la cultura y el activismo político de izquierdas, me causaría problemas. Mis textos eróticos sobre Sasha Grey o el bondage me provocaron algún disgusto sin importancia, pero mis ensayos sobre Ernesto Che Guevara, Ulrike Meinhof o el conflicto de Euskal Herria despertaron la ira de los grupos ultraderechistas de un barrio obrero de Madrid. Al llegar al instituto una mañana, me encontré con una pintada en el muro de la entrada, donde se leía: ¡Rafa Narbona, comunista! La dirección y mis compañeros, salvo contadas excepciones, respondieron con indiferencia e insolidaridad. Poco después, la asociación de padres del centro presentó un dossier que incluía mis opiniones políticas y unas fotografías que me había realizado con mis amigos, imitando a los sicarios de las favelas con armas simuladas. En blanco y negro, las fotos eran realmente buenas, pero los pies y el contexto en el que aparecían disipaban cualquier duda sobre la posibilidad de que se tratara de peligrosos delincuentes. No era difícil advertir la intervención de  una malicia reñida con el humor y la inteligencia. Aunque el incidente se resolvió sin consecuencias, la acumulación de agravios y agresiones emocionales me desequilibró, reapareciendo la depresión y las fantasías suicidas. De baja médica desde el 2 de febrero, he dedicado mi tiempo desde entonces a leer y escribir. Gracias al apoyo de la familia y los amigos, he conseguido una precaria estabilidad basada en una rutina inalterable. Evito las relaciones personales, pues el contacto con los otros me produce mucha angustia. Nunca descuelgo el teléfono y salir de mi entorno, una casa situada entre campos de trigo y cebada, me causa una terrible ansiedad. A veces parezco huraño, incluso con mis amigos más cercanos, pues casi siempre busco la soledad y el aislamiento.


El pasado 7 de mayo me llegó una carta de la inspección médica, anunciándome que tras leer mi expediente psiquiátrico habían decidido tramitar mi jubilación por incapacidad permanente para el servicio. La mutualidad de los funcionarios dio su visto bueno y ahora sólo falta que el Equipo de Valoración de Incapacidades del INSALUD apruebe la solicitud de la Administración. Aún no sé cuánto tiempo transcurrirá hasta que me convoque el tribunal. Mi primera reacción al recibir la carta fue de absoluta desolación, pero en seguida me planteé que la jubilación constituía la mejor alternativa, pues –aunque me duela reconocerlo- mi mente es un gráfico enloquecido, donde la euforia y la depresión se alternan o se encabalgan en breves períodos de tiempo. Lucho a diario contra el insomnio, las pesadillas, la ansiedad y la tristeza. Hace mucho que no sufro un brote de manía, pero cuando éste comience yo seré el último en advertirlo. Eso sí, no acepto que se asocie el trastorno bipolar o la esquizofrenia con la violencia. Sylvia Plath, Anne Sexton, Alejandra Pizarnik, Virginia Woolf, Pedro Casariego, Van Gogh y Kurt Cobain padecieron trastorno bipolar. Todos se suicidaron, pero ninguno cometió un acto violento. Artaud, Strindberg, Hölderlin y Leopoldo María Panero son eszquizofrénicos, pero jamás causaron daño a los demás. Asociar el filicidio de José Bretón a una presunta bipolaridad sólo sirve para alimentar falsos mitos. No parece lo más sensato en un momento en que la chusma acosa a la familia del sospechoso, pintarrajeando las paredes de su finca y exigiendo castigos medievales. No creo que les mueva el anhelo de justicia, sino sentimientos primarios de odio y venganza. Un linchamiento social y mediático no aportará ningún consuelo a la familia, que hasta ahora ha respondido a la tragedia con calma y dignidad.

¿Por qué contar todo esto?  ¿Por qué sacar a la luz experiencias tan íntimas? Los escritores son exhibicionistas natos. Michel de Montaigne, Jean-Jacques Rousseau, Dostoievski, Jean Genet y William Burroughs nos relataron los aspectos más dolorosos de sus vidas. Anne Sexton convirtió su poesía en un espejo de su locura, sin escatimar fantasías sexuales que ofendían a la América tolerante y puritana de su época. Pizarnik recreó su desorden interior con sus versos dolientes: “te remuerden los días / te culpan las noches / te duele la vida tanto tanto / desesperada, ¿adónde vas? / desesperada ¡nada más!”. Leo a Pizarnik casi a diario. Aprecio mucho su obra y noto esa proximidad que reúne a todos los que transitan por los mismos infiernos. Sin embargo, de todos los poemas que se han escrito sobre la locura, ninguno me resulta tan cercano como el de Leopoldo María Panero: “El fruto de mi cerebro / cae y cae / sobre la arena / luchando / los despojos de mi alma / ensucian el papel”.

Ser sombra de una sombra es el destino del loco, pero esa existencia fantasmagórica es el tributo que se paga por creer en las palabras y el silencio. No sé lo que me espera, pero no encuentro ninguna razón para ocultar mi incertidumbre."



jueves, 9 de agosto de 2012

Afortunadamente estoy y bien en este mundo

Reflexionando sobre lo que ha sido mi vida y lo que ha sido mi situación personal sufriendo esta enfermedad del trastorno bipolar, viendo a mi alrededor personas que analizo pueden sufrir lo mismo que yo, pero que están en malas condiciones, otros que conocí y que me identificaba con ellos, que de pronto dejaron este mundo por sus manos, siento que soy afortunado de estar aquí y en buenas condiciones.

A partir de la entrada en un blog de otra bipolar muy joven he discutido con ella si nuestra enfermedad se desarrolla o no por las condiciones externas a que nos vemos sometidos y que muchas personas que tienen herencia de problemas mentales desarrollan la enfermedad y otras no; o existe otra teoría según la cual los que tienen la genética de la enfermedad mental la desarrollarán y los que no la desarrollan es porque no la heredaron a pesar que uno o aún ambos padres tengan problemas mentales; científicamente no se ha demostrado ni lo uno ni lo otro, pero en ello están trabajando los científicos.

Sin embargo, saber porque se desarrolla la enfermedad considero que no es lo mas importante, lo que si importa es como poder sobrellevar mejor estos trastornos de la mente y como llegar a que los que padecemos podamos tener vidas plenas y que ojalá sin tener síntomas de la enfermedad, sin llegar a crisis graves que nos puedan dañar la vida.

Muchas de las personas que sufren de trastorno bipolar llegan a volverse alcohólicos o drogadictos, algunos de ellos llegan a situaciones extremas, que se puede decir: Se pierden porque dejan de ser útiles a la sociedad y se convierten mas bien en un problema, tenemos la tendencia a volvernos adictos a sustancias psicoactivas.

En mi caso estuve involucrado con el alcohol, desde muy joven, desde los 14 años lo empecé a consumir y realmente hace mas bien unos pocos años me volví casi abstemio, claro que no llegue a un alto grado de alcoholismo, pero si tuve problemas por su consumo, sin embargo, todavía consumo de pronto una cerveza o una copa de vino,  pienso que ni siquiera eso debiera hacer porque muchas veces lo que te emborracha es la primera copa, porque después viene la segunda y luego ....,

Tengo algo de suerte, pienso, superé la tendencia a la dependencia del alcohol, también a pesar que mi problema de trastorno bipolar me perjudicó fuertemente en las primeras etapas de mi juventud, logré terminar estudios y conseguir buenos empleos, a pesar de sufrir crisis constantes estas no fueron tan funestas y he podido hasta el momento llevar la vida de una persona promedio, económicamente he logrado tener estabilidad y tener una familia, últimamente tengo una inestabilidad laboral grande, estoy en lo que se denomina subempleo y a pesar de ser dura la situación logro sobrellevarla.

En mis crisis las cuales casi siempre empiezan llevándome hacia la manía, he tenido muchos problemas en muchos aspectos, sentimental, familiar, laboral, que me han llevado a tener conflictos, las personas que conocen de mi problema y los mas cercanos han aprendido como ayudarme o a menos soportarme, sin embargo, otros personas no, sobre todo en los aspectos laborales casi siempre me han producido daños irreparables, luego cuando llega la depresión me doy cuenta de lo que he causado y afortunadamente no he llegado a extremos, que espero  no llegar nunca, sin embargo, no puedo asegurarlo, aunque se que lucharé para que mi final no sea por mis propias manos.

Pienso en este momento en la historia de Poe, a mis años era ya famoso, ya había escrito la mayoría de sus obras pero también ya había muerto, en mucho a causa del trastorno bipolar, que unido a su alcoholismo lo destrozaron en los últimos años de vida, dos problemas que tuvo él desde muy joven, sin embargo, estos problemas no impidieron que el fuera uno de los mejores escritores de la época cuyos escritos son aun vigentes, su inteligencia era mayor que sus problemas por lo que pudo trascender, cosa que muy pocos bipolares podrán algún día tener.

Porque algunos bipolares terminan en malas condiciones?, Si unido a esta inestabilidad que nos produce esta dolencia mental, tenemos un entorno complicado bien sea por violencia, abandono, problemas familiares, abuso sexual, pobreza, miseria, maltrato infantil u otras situaciones difíciles pienso que la afectación será mayor y hay mas probabilidades de caer a lo mas profundo; para mi concepto el entorno no causa la enfermedad, de pronto un hecho traumático puede mostrar por primera vez la enfermedad o causar crisis, cuando a otra persona que no sufra de trastorno bipolar se le causen muchos de los problemas anteriores, estos de seguro lo harán sentir muy mal, pero no le producen un desajuste mental como a un bipolar.

Analizando como ha sido mi vida con el trastorno bipolar encuentro que la primera crisis apareció mas bien de repente, de pronto empece a sentirme bastante deprimido por un cambio de entorno, había dejado mi casa paterna en un pequeño pueblo, para ir a estudiar a otra ciudad una capital de provincia pero mucho mas grande y con un entorno mas complicado, estaba estudiando mi primer semestre y sentía que estaba bien en los estudios, había llegado a las primeras pruebas y las había superado bien con buenas notas, de pronto de un momento a otro empece a tomar actitudes extrañas, pase de ser una persona cayada a alguien extrovertido, deje de ir a la universidad y me dio por viajar casi siempre caminando largas jornadas, abandoné el estudio, de pronto si volví a la universidad en alguna vez, pero ya no estaba bien de la mente, hablé de pronto con mis compañeros pero decía y hacía cosas raras, no me presentaba a clases, de pronto me fui de la ciudad donde estudiaba, viaje de un lado a otro, caminé mucho, en este momento perdí el recuerdo de lo que pasó exactamente, esto no aparece en mi memoria o se borró de ella, de pronto alguna vez mis padres y mi hermana hablaron conmigo al respecto, me contaron que me encontraron cerca a la ciudad donde ellos vivían porque unos conocidos le habían dicho que yo estaba en este sitio. Después de ese momento me recogieron y me llevaron a casa, se dieron cuenta que estaba muy raro, me preguntaron, eso si lo recuerdo que si había estado drogándome, también pensaron y me dijeron que tal vez me habían dado algo para estar tan raro, recuerdo que fui donde un médico amigo que hacía poco había terminado, pienso que él identifico mi problema como alguna dolencia mental, les dio una remisión a un psiquiatra del cual el tenía buenas referencias, pienso que me receto y me dio algunos hipnóticos, porque después de esto no tengo recuerdos hasta el momento de verme dentro de una clínica de salud mental ya después de varios días de internado.

Sentí que mi forma de ser se vio muy afectada, de un momento a otro mi vida cambió radicalmente, pasé de ser una persona normal a una persona que podía estar al límite de la locura, durante mucho tiempo me sentí así, con un miedo terrible a enloquecerme del todo y perderme de ese mundo, que aunque cruel, me ha gustado compartir, pero siendo siempre consciente de mis acciones,  (hay que tener en cuenta que no existía la red y nunca recibí información de parte de los médicos o de las personas que me atendieron en la clínica mental), es algo que ha cambiado ahora, el hecho de saber que se tiene una dolencia con un nombre, con una descripción aproximada y teniendo la consciencia de lo que se sufre, es mucho mejor a la incertidumbre causada por la falta de conocimiento, porque simplemente se siente que se tiene algo raro y que uno puede enloquecerse de un momento a otro algo que te trauma.

Fuera del trauma de saber que se tenía un problema de la mente, sentí que mis capacidades mentales quedaron disminuidas, ya no captaba tan rapido, ni facil lo que se me enseñaba, tuve problemas de concentración, adicionalmente después de la crisis de manía me vino un rebote y mantenía bastante deprimido, adicionalmente los medicamentos que me dejaron como control tenían unos efectos secundarios demasiado fuertes y que no me permitían sentirme bien.  Senti que mi tratamiento logro superar y corregir la manía extrema a que habia llegado pero no lograron tener una estabilidad emocional posterior, es por tanto que no se si mal o bien decidí dejar la medicación del todo, mas o menos unos 6 meses despues de mi internado en la clínica.

Después tuve una etapa donde mi problema casi no dio síntomas apreciables durante mucho tiempo de pronto si tenía algunos altibajos de hipomanía y depresión pero ninguna fuerte.

Es posible que unos 10 años después de mi primera crisis tuve un momento donde me sentí bastante afectado y acudí de nuevo donde un psiquiatra que me recetó de nuevo y logre de nuevo llegar a la estabilidad que fue mas bien fácil, no llegue a un estado de manía muy fuerte, ni tampoco la depresión, una vez mas cuando me sentí de nuevo en estabilidad deje por completo la medicación y tampoco volví donde el médico, aún en ese momento me era desconocido el nombre y las características de mi problema mental.

Luego tuve un tercer intento de crisis o una crisis leve que me complicó la vida y volví a reiniciar la medicación con buenos resultados, sin embargo, nuevamente la volví a dejar y permanecí así mucho tiempo, fue entonces cuando por Internet del cual apenas vine a tener acceso a él de una forma similar a como lo tengo actualmente hace unos 5 a 6 años, que ante el dilema de mi problema que lo sentía y no lo entendía, decidí buscar el nombre a mi problema mental, adquirir un conocimiento sobre él, ya que en todo el tiempo que llevaba viendo médicos psiquiatras, nunca se me había hecho claridad respecto, poco a poco logré identificar mi enfermedad.  Lo primero que hice fue buscar una descripción de los problemas mentales que se tienen definidos, comparando los síntomas y asimilándolos a los que yo tenía, pude determinar que mi caso se adaptaba a un trastorno bipolar, aunque siempre pensé que podía ser una enfermedad de pronto mas grave como una esquizofrenia u otro trastorno mental el cual de pronto podía ser tan crítico que mi problema podría llevarme un día tarde o temprano a una locura total y perderme para este mundo, cosa que con la información que he logrado obtener, es poco probable que se de, sobre todo en el presente o futuro cercano.

Realmente descansé pues pude saber que a pesar de tener una enfermedad mental esta no es tan grave ni catastrófica, que se puede vivir con ella igual a una persona que no la tenga, luego de esto traté de seguir mi ritmo de vida sin tomar medicamentos, pues siempre que iniciaba un tratamiento me mejoraba pero no lograba soportar los efectos secundarios de los medicamentos y volvía a dejarlos.

Así pase varios años hasta que empece a sentir los desbalances mas de seguido, aún sabiendo bien que era lo que tenía, entendiendo un poco mas lo que me pasaba, ensayando compuestos naturales y autocontrol, pero no lograba sentirme estable ni bien por mucho tiempo, también como he comentado en otras entradas anteriores siempre acudía a un somnífero que me ayuda a dormir, quizá era el único medicamento que había soportado, porque una vez que superaba el insomnio lo dejaba y volvía a dormir normalmente.

Decidí nuevamente acudir a un psiquiatra, para que me tratara, fue cuando empecé la medicación actual, (según he consultado por internet, es la que mejor se ajusta a mi situación con el tb) la cual inicialmente me dio bastante dificultad, pues me produjo efectos secundarios bastante molestos, pero que he superado, que en este momento casi no siento, creo que mi cuerpo se ha acostumbrado a los medicamentos, pero a la vez siento su efecto benéfico pues estoy mas estable por mas tiempo y no he vuelto a subir o bajar mucho en mi estado de ánimo, aunque si tengo de vez en cuando algo de desbalances.

Por fin he logrado una situación que aunque no es de cura total es mas bien tranquilizadora, lástima que para ello pasara mucho tiempo, que hubiera sufrido mucho sin necesidad, pues mi vida aunque no ha sido mala del todo si se vio muy afectada por el trastorno bipolar que sufro.

Si, estoy en este mundo difícil y afortunadamente bien, pudo haber sido mejor, pero se que hacia el futuro voy a tener un problema menos de que preocuparme, pues mi enfermedad puedo decir esta ahora bajo control, aunque tengo que estar siempre alerta con ella.











jueves, 26 de julio de 2012

Sol, cometas, vacaciones



Estamos en época soleada, aquí en el trópico en la zona donde vivo no existen estaciones, sin embargo, hay dos épocas de diferente clima, la época soleada y la época lluviosa.

La época soleada en la que estamos ahora coincide con el verano en el hemisferio Norte y la otra época soleada a finales de año y principios del siguiente coincide con el verano de hemisferio Sur.

Para estos días el sol brilla la mayor parte del día y la gente en general esta mas alegre, los estudiantes están en vacaciones, la personas se sienten mas tranquilas, porque hay menos problemas que cuando llueve, muchos salen de viaje y otros aunque no estén de vacaciones, si están mas animados pues el clima los hace sentir mejor.

Por una costumbre en estos días uno de los planes cuando hay niños o jóvenes en la familia es salir a elevar cometas, cuando niño era una época que esperaba con ansia, es mas hasta aprendí a fabricar mis propias cometas, algo que pocos hacen ahora porque la mayoría las compran hechas, algunas made in china pero que donde vivo difícilmente se elevan porque los vientos no son muy fuertes, otras son hechas artesanalmente, con algunos materiales autóctonos, la estructura se hace de bambú que es muy liviano, donde se les cambió el papel delgado o papelillo por plástico, para el área expuesta al viento, cosas de la modernidad.

Similar a las demás personas estoy un poco mas alegre en esta época, lo que quiere decir que estoy mejor, pues como pasó anteriormente en la última época lluviosa y como comenté en un post me sentía algo triste, el clima queramos o no nos cambia el ánimo.

Para los que sufrimos de trastorno bipolar las situaciones alrededor nos afectan mas que a las personas que no lo sufren, el clima es una de estas situaciones, si estamos desbalanceados un verano nos puede causar una manía y el invierno puede llevarnos a una depresión.

He sentido en oportunidades anteriores mayor influencia de los cambios de clima en mi estado de ánimo, lo que indica que estoy mejor, se lo debo a que estoy tomando medicamentos los cuales al fin he podido aceptarlos y acostumbrarme a ellos, además he notado que hacen su trabajo, en ocasiones anteriores sentía que con o sin medicamentos seguía igual, llegando a episodios molestos, espero seguir así, aunque no me he salvado de unos pocos días de hipomanía como comente anteriormente.



jueves, 19 de julio de 2012

El viaje

Terminé mi viaje, como comenté en la pasada entrada estaba hacia la manía, no fue mi intención, ni mi culpa, pero la situación se presentó, he estado muy preciso con la medicación, siguiendo las pautas que se recomiendan para evitar llegar a un desbalance, pero aún así este se presentó.

En momentos lo disfruté, pues como comenté en la entrada anterior, la deshinibición te permite atrevimientos, tales como entablar una conversación con personas que no hablan tu idioma y que además tienen fama de no entablar conversaciones con extraños aun cuando sean sus vecinos o de su propio país.

Soy latinoamericano y es común en nosotros de terminar hablando con cualquiera, cuando estamos en una situación que provoca estar mas de una media hora con otra persona, así este sea un completo desconocido, pertenezca a otra clase social, sea de una edad diferente a la tuya o sea extranjero, cuando estas viajando es una situación que se presenta a menudo y para mi caso fue algo que no pude evitar, sin embargo, en varias oportunidades fui correspondido, en una ocasión terminé riéndome con una señora mayor que no hablaba ni pío de español y mi manejo del idioma donde fui no pasa de unas pocas palabras, pienso que es el imán de la manía, cuando estamos eufóricos trasmitimos una energía imposible de evitar por otros.

Claro que poco fue color de rosa cuando estuve hipomaníaco, mi familia que viajaba conmigo sufrió por mi, pues sentía pena ajena de lo que hacía, además como he comentado anteriormente, cuando estoy así, tiendo a discutir y a pelear con mis allegados, pues puedo llegar a situaciones que nos afecten, lo de menos es hablar con cualquiera, puedo gastar mas de lo debido, acabar con cualquier presupuesto, porque cuando se viaja el dinero es limitado, por esto me fue retirada la administración del dinero, aun del mío, algo que acepté pues aun estando hacia la manía soy conciente de lo mal que manejo el dinero, solo se me permitía tener dinero a la hora de pagar, porque eso si, dentro del grupo de los que viajamos fui casi el único que era capaz de comprar y hacerme entender cuando los vendedores solo hablaban el idioma nativo, también era capaz de preguntar donde quedaba algún sitio, lograba hacerme entender y entender lo que me decían para ubicarnos y poder continuar con un recorrido, algo chistoso, aún maníaco me volví necesario.

Acudí entonces a tomar mis gotas para en caso de emergencia, las antipsicóticas que a la vez son somníferas que me permitieron sincronizar mi reloj biológico a un nuevo huso horario y ademas reducir los síntomas de la manía, ademas de tomar los medicamentos de control cotidianos, después de esto al tercer día de viaje me sentí mas estable y lo pude terminar estando mas o menos equilibrado.

sábado, 7 de julio de 2012

Hipomanía por viaje

Las vacaciones y sobre todo los viajes son algo emocionante, que causa felicidad, pero que también pueden causarnos una gatillada de nuestro trastorno bipolar.

Estoy de viaje y estoy en una situación que tiende hacia la manía, pero que espero no deje seguir.

El problema es que cuando estás hacia la manía y estas de viaje, puedes o crees poder hacer  cosas raras, como hablar con cualquiera, aun cuando  no sepas el idioma del otro, o apenas sepas algunas palabras.

Eso me ha pasado en estos días, estoy en un pais extraño donde se habla un idioma bastante diferente al mío y aun asi me siento que no saber el idioma sea una barrera para hacer cualquier cosa que desee hacer.

Se que si no estuviera algo maníaco, me abstendría de hacer muchas cosas, de comprar cosas, de hablar con otras personas porque asi eres capaz o de pronto eso crees de hablar con cualquiera.


sábado, 26 de mayo de 2012

Consejos prácticos para sobrevivir al trastorno bipolar


A pesar de tener unos consejos prácticos los cuales trato de aplicar para poder sobrellevar un poco mejor mi trastorno bipolar que están publicados en el lado derecho del blog, parece que no son muy leídos pues no hacen parte de las entradas, por lo tanto a partir de ahora voy a ponerlos como una entrada más para que sean más leídos o por lo menos para saber a través de las estadísticas si son leídos:

Debo aclarar que dichos consejos no son del todo de mi autoría y por lo tanto si alguien quiere ejercer su derecho como autor, bienvenido aquí le será reconocido su aporte, eso si no puedo pagar por ello pues tampoco me están pagando a mi.

Estos consejos son una transformación de un comentario encontrado en un foro sobre trastorno bipolar que en algún momento, no me acuerdo de que foro ni en que página, un día le di copiar y pegar a mi computador y después desde este con algunas modificaciones lo coloqué en mi blog, aunque lo anterior se configura en un plagio, este es solo parcial pues le he aportado parte de mis pareceres e ideas, espero no ser demandado por ello.

El primer consejo antes de empezar a leer los consejos para afrontar el trastorno bipolar es tener claro si se sufre realmente de trastorno bipolar, el cual no considero que sea una enfermedad, si no una forma de ser de algunas personas que puede hacer que la vida sea un poco mas difícil pues a veces se puede actuar como raro o mejor dicho como un loco, a pesar de que mi blog habla siempre del trastorno bipolar y que me he etiquetado como un bipolar mas yo muchas veces dudo que lo tenga, porque lo que me afecta puede considerarse también como problemas de adaptación a la sociedad, porque actualmente hay una tendencia a ser etiquetado o a etiquetarse como afectado del trastorno bipolar u otros problemas mentales, luego según la clasificación actual que tipo de trastorno bipolar se tiene, pues al paso en que van las cosas la mayoría de las personas serían bipolares y no un pequeño porcentaje, sin embargo, mi caso y el de otros podria clasificarse como al denominado tipo I, que se basa en lo que anteriormente se denominaba trastorno maniaco depresivo, y sobre el cual parece que se montaron los demás, el trastorno bipolar I se diferencia del trastorno bipolar II en que la persona debe haber sufrido al menos de un brote psicótico fuerte o como yo lo denomino y se denomina coloquialmente haber estado en la locura.

Mas que hablar de consejos para afrontar el trastorno bipolar en general, estos aplicarían mas bien a la forma que antes se denominaba trastorno maníaco depresivo, que implica unos fuertes desbalances mentales que en algún momento han llevado a la persona a estados de crisis mental y a tener episodios de los que se denomina coloquialmente de locura o como denominan los médicos estados de delirio, de manía intensa o de psicosis, lo anterior no quiere decir que tengamos una enfermedad mental porque este tipo de problemas y otros similares no han podido caracterizarse como enfermedades pues no se ha logrado encontrar una causa efecto claramente diferenciada como pasa con otras enfermedades de tipo físico, por lo tanto no se hablara aqui de enfermedad si no de problema mental como tal.

-Después de analizar y tener bien claro si realmente se sufre de trastorno bipolar y de características intensas, pues seguir con la lectura y de ser el caso de la aplicación de  los consejos, en caso contrario es mejor dejar esta entrada pues en el caso de no ser aplicable pues mejor dejar las cosas asi y seguir con otro tipo de lecturas y entonces lo mejor en no pensar en que se tiene un problema mental y dejar de preocuparse por esta situación.

Algunos consejos para sobrellevar mejor el trastorno bipolar o mejor dicho para el trastorno maníaco depresivo.


-Levantarse y acostarse a las mismas horas.

-Dormir entre siete y nueve horas diarias, o lo necesario según se requiera para tener un sueño reparador, después de saber cuales son las horas que se debe dormir según la persona, tratar de no dormir mas ni menos que este numero de horas, porque si duermes mas tiendes a deprimirte y si duermes menos irás hacia la manía.

-Hacer ejercicio (sirve para combatir la depresión), no demasiado intensivo, para no estimular un posible episodio maníaco.

-Buscar un trabajo productivo, pero de una intensidad media para que no te estimule los extremos de nuestro problema mental. Ojalá que sea algo que te guste, hay que reconocer que uno tiene un problema que cuando no esta bien controlado, reduce ciertas capacidades laborales, lo importante es ser productivo y feliz. Hay que tener en cuenta que en este momento con la crisis de empleo si no es posible conseguirlo con estas condiciones por lo menos tener un trabajo es preferible a no tenerlo.

-Buscar a un psiquiatra con muy buena reputación, que sea humanista, con buen trato, para que analice bien tu caso y de ser necesario estar bajo medicación, claro que también sería interesante alejarse de los psiquiatras pues en su mayoría solo están por medicar al máximo a las personas que los consultan y no tienen en cuenta otras alternativas de tratamiento.


-De todos modos si se decide acudir a un psiquiatra sería importante contar con uno que revise constantemente los protocolos de medicinas y que según la evolución de los síntomas,  maneje un mínimo, como también, dada la necesidad (en caso de las mujeres si quieren embarazarse u otras condiciones) o mejoría sustancial de los síntomas problemáticos, la reduzca o la suspenda, aclaro que desde mi punto de vista la medicación puede ser un apoyo, pero no la considero primordial, considero que si se siguen los otros consejos y se logra estar en cierta estabilidad la medicación puede ser antes un problema que una solución, pues la medicina se convierte en un hecho que nos crea dependencia.

-Estar alejado de sustancias que generen dependencia como licor, tabaco, drogas psicoactivas, medicamentos sin prescripción médica que puedan causar dependencia.

-No consumir medicamentos que nos han sido prescritos, pero a los cuales le cambiamos las dosis o la forma en que los tomamos o los mezclamos. (Este es un muy buen consejo: Sin embargo, en mi caso, de pronto por ser muy atrevido, pero con la experiencia de 30 años sufriendo tb, cambio las dosis tomando mucho menos de lo que me mandan y suspendiendo mucho medicamento, aunque a veces voy a donde el psi para que haga esto) 

-Estar alejado de actividades que te puedan causar daño o problemas económicos, como: Deportes extremos (podemos llegar a situaciones peligrosas pues tomamos actitudes bizarras), del juego pues tenemos tendencia a volvernos jugadores compulsivos lo que nos puede llevar a la ruina, de las compras excesivas pues podemos gastar sin medida, tratar de no recurrir a la comida para sentirnos mejor, pues podemos volvernos fácilmente en comedores compulsivos con consecuencias no muy buenas

-En general se debe evitar actividades que te estimulen fuertemente o te causen placer de forma intensa, como el consumo de licores, las fiestas interminables, actividades extremas aquellas que te llenan de adrenalina, el sexo en exceso o el exceso en el sexo.

-Es muy importante entender que uno no está solo en el mundo con esta enfermedad. 
El apoyo familiar, de la pareja, amigos íntimos y el entretenimiento o cultivo de algún "hobbie" son fundamentales para hacer "higiene mental" y es parte de la recuperación, muchas veces puede ser mejor manejar bien este punto, que la misma medicación de estabilización.

-Es preferible no pasar largos periodos solo. Se debe ser independiente pero no tanto que se termina aislado y esto estimula la angustia, la depresión o la ansiedad.

-Mantener la mente bien ocupada, sin cansarte tanto, en un nivel de moderación, para combatir la obsesividad ("rumiación" con una idea o varias), Es de lo mas difícil de lograr porque una tendencia de los bipolares es a pensar demasiado las cosas a darle vuelta a un mismo tema muchas veces o de pronto a pensar en demasiados temas al mismo tiempo, en mi caso nunca he podido regular mis pensamientos.

-Recordar que siempre habrán días buenos y malos, pero con algunas de estas recomendaciones serán cada día más los buenos.

-Revisar junto con el psiquiatra y otros médicos -si tienes realmente un trastorno bipolar - y si se considera que eres parte de los bipolares mirar si existen otros problemas concurrentes, mediante evaluaciones psico diagnósticas, para revisar si existen posibles trastornos de personalidad (como el de ansiedad) u otra enfermedad mental mayor (como alguna adicción, por ejemplo) ya que esto es importante para la medicación y el control general del paciente.  Un cambio en mis apreciaciones de octubre 2015: Ya bastante se tiene con tener una etiqueta, para buscar otras, pienso que este punto no va mas para mi, como un buen consejo, sin embargo, no lo elimino con el fin de que se genere discusión, al respecto.

-Llevar una vida lo más tranquila que se pueda sin sentirse inútil.

Bueno también recibo otros consejos que puedan se aplicables.

El primero:

-Dar amor, para también recibirlo