**Estable de nuevo, o eso creo**
Doy por terminada esta serie de escritos personales sobre lo que siento en esta etapa de mi vida y sobre cómo he manejado los altibajos emocionales de estos últimos días.
Siento que ya no estoy deprimido como antes, pero tampoco reboso de alegría; por lo tanto, puedo decir que tampoco he caído en la manía. He logrado dormir bien a pesar de no tomar somníferos y me levanto sin esa molesta pesadez que me provocaban.
A mi alrededor, aunque no todo es color de rosa, vivo la vida a mi manera y creo que soy objetivo con mis sentimientos en este momento. Me encuentro inmerso en la cotidianidad de mi relación familiar, lo que genera una sensación de tranquilidad, aun con la carga de las obligaciones diarias. Hasta ahora, estas me gustan y he podido cumplirlas.
Tengo ocupaciones que me llenan el tiempo; laboralmente estoy copado y, además, recibo una buena remuneración económica sin que esta sea exagerada. Es mucho menor a la que recibía cuando tenía un trabajo formal a tiempo completo, pero la situación de mi entorno es complicada y esta es la opción disponible.
Esta situación que he relatado en las últimas entradas es muy común en mí y se repite constantemente: a veces de manera muy sutil y otras con mucha fuerza. Últimamente, he sentido estos desbalances más amortiguados.
A pesar de haber sido afectado por el trastorno bipolar, mi forma de ser o sentir no ha cambiado mucho. Tengo una personalidad muy propia, y lo que hace mi condición es distorsionar la manera en que expreso o siento emociones como la alegría o la tristeza cuando estoy desbalanceado. El resto del tiempo, soy como cualquier persona sin el trastorno: siento las emociones y las expreso como corresponde.
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